lunes, 20 de diciembre de 2010

PARIS Y SUS HUELLAS REVOLUCIONARIAS


Agustín Muñoz V.



El fallecimiento de un amigo es siempre un duro golpe para los que lo sobrevivimos. Más aún cuando se trata de un compañero de ideales, de utopías. Fue el caso de Jacques Mairé, dirigente sindical francés, hombre político, socialista, educador popular. Jacques fue un demócrata, enemigo de dictaduras y gran luchador social. Apasionado de Paris y de su historia revolucionaria, de su legado, de sus realizaciones, de sus figuras. Compromisos en Ginebra me impiden asistir a su entierro, por lo que antes de partir, voy a reclinarme ante su cuerpo en la funeraria del popular barrio de Menilmontant. Lo acompaño unos momentos, pienso en su vida, en su gran fraternidad y espíritu solidario y me despido. Camino sin rumbo durante algunos minutos, encerrado en mis reflexiones y, sin darme cuenta, desemboco en la entrada principal del Cementerio de Père Lachaise.

Las frías lluvias de finales del otoño parisino le dan una cierta tristeza a esta ciudad que normalmente es sinónimo de vida, de alegría, de efervescencia. Todo parece ir más lento que de costumbre; las terrazas de los cafés languidecen, las calles se ven casi vacías y los peatones avanzan con precaución entre las resbaladizas hojas muertas que inmortalizaron Jacques Prévert y Joseph Kosma. Este ambiente se acentúa cuando se recorre un cementerio; sin embargo, Père Lachaise, contradice. Se ven importantes cantidades de turistas, de estudiantes, de paseantes. El caminar entre las tumbas de personajes como Edith Piaf, Oscar Wilde, el roquero Jim Morrison y otras celebridades, abre las puertas de un pasado que cobra vida y despierta el interés del visitante.

Jacques Mairé se entusiasmaba con la revolución, lo que nos motiva entonces a seguir algunas de sus huellas que han quedado impresas en este tradicional cementerio. En búsqueda del Muro de los Federados, paso frente a la sepultura de Víctor Noir, periodista de La Marsellaise, símbolo de la República, asesinado por un príncipe bonapartista en 1870.Su figura recostada, esculpida en bronce es de un gran realismo y recuerda su cuerpo tal como quedó luego de su asesinato. Se aprecia su sombrero caído, su cuerpo estirado y una evidente prominencia que resalta su virilidad. La tradición popular, en fálico homenaje, ha querido entregarle una póstuma virtud y en esa parte del cuerpo se observa el desgaste producido durante 140 años por los roces de las manos de sus visitantes.

Llego finalmente al Muro donde fueron fusilados, por las tropas gubernamentales siguiendo instrucciones del entonces presidente Adolphe Thiers, 147 combatientes de la Comuna de Paris, el 28 de Mayo de 1871. Sus cuerpos fueron arrojados en una fosa abierta colindante con el Muro. Con este sangriento episodio culmina una de las experiencias insurreccionales y autogestionarias que más han marcado al movimiento obrero y revolucionario mundial, a pesar de haber durado solamente dos meses. El llamado de Jules Guesde, el 23 de Mayo de 1880, implanta una masiva tradición de homenaje a las víctimas. El Domingo más próximo al 28 de Mayo, Socialistas, anarquistas, sindicalistas y laicos progresistas, cantando la Internacional o Le Temps des Cerises, en impresionante desfile y portando una roja rosa inundan el muro de flores. De igual manera, el día 1° de ese mes, filas de blancos Muguets y coloridas rosas, depositados por anónimas manos, alegran el lugar. Frente a este Muro se recogió Louise Michel, heroica y ejemplar mujer que combatió por La Comuna: fue apresada, torturada y forzada al exilio en Nueva Caledonia. Jean Jaurès, León Blum, Pierre Mouroy y François Mitterrand, les rindieron igualmente homenaje a los caídos.

Cubierta por las flores y con las letras gastadas por los años se lee en una sobria placa de metal:
“A la memoria de los Federados de la Comuna de París que perecieron en este lugar durante los años 1871-1872. Estos hombres lucharon por una sociedad más justa y rechazaron capitular ante el enemigo”

Emprendo el camino de regreso de este sitio de peregrinación y de homenaje de los revolucionarios del mundo entero. Atravieso entre medio de las tumbas de Saint Simón, de Jules Vallés, de François Raspail, de Louis Blanc y de otros personajes eminentes de la Comuna.

He iniciado la aventura de volver al pasado a través de las calles de Paris revolucionario. Me dirijo a la columna que, con el Genio de la Libertad en su cima, recuerda la otrora fortaleza- prisión de La Bastilla, 82 años antes de la insurrección parisina. La toma y la liberación de los siete prisioneros de derecho común que estaban en sus celdas, constituye el primer símbolo de la revolución popular y burguesa e inicia el proceso que bajo los principios republicanos de Libertad, Igualdad y Fraternidad, culminará con la pérdida del poder absoluto de la monarquía . El Rey es instalado provisoriamente en las Tullerías, mientras se inicia un frenético proceso de democratización y de fundación de lo que constituirán más adelante las instituciones republicanas como los tres poderes independientes del Estado, el sufragio universal, la educación laica y las leyes sociales y laborales que seguirán. La Asamblea popular termina con los privilegios, se adopta la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y los revolucionarios toman el poder, mientras se combate con las fuerzas realistas del interior y del exterior. Emergen las figuras revolucionarias de Jacobinos y Girondinos cuyos nombres se asocian a los radicales extremistas y a los más moderados.

Maximiliano Robespierre encabeza la lista de lo que se denominó El Terror. Con mucha sangre fría este abogado provinciano de Arràs gobernó con guillotina en mano y el mismo terminó con su cabeza cercenada. Solamente una estación de Metro recuerda su nombre. No hay ninguna calle de Paris que se llame Robespierre, a pesar de los muchos intentos que se han hecho para rehabilitar su memoria; no existe ninguna placa que recuerde el número 398 de la rue Saint-Honoré, donde vivió, en una modesta habitación que le fue cedida por el carpintero Duplay y su familia. Dantón, Ministro de Justicia, diputado de la Convención, jacobino como él, aunque más moderado, ha sido recordado con mayor benevolencia: tiene estatua en el boulevard Saint Germain y varias calles llevan su nombre. El fundador del diario L’ami du peuple, Jean Paul Marat es, además de su rol político y de su importante responsabilidad en las masacres de septiembre de 1792, que dejaron más de 1500 muertos en Paris, célebre por su propio asesinato, llevado a cabo, con un enorme cuchillo de cocina, por la aristócrata Charlotte Corday quien fue condenada igualmente a la guillotina. Luego que su cabeza se desprendió de su cuerpo, tomada de sus cabellos fue levantada y abofeteada, frente al horrorizado público, por un carpintero seguidor de Marat, según cuenta en sus memorias de la revolución, el famoso Charles – Henri Sansón, quien ejecutó cerca de tres mil personas durante los cuarenta años en que ejerció su oficio de verdugo.

Y a propósito de guillotina. Este célebre instrumento se instaló durante la Revolución francesa en varios lugares estratégicos. En la antigua Place de Grève, hoy Plaza de l’hotel de Ville fue donde se ejecutó a Nicolás Pelletier, delincuente de derecho común, y primer condenado a morir guillotinado. El que a hierro mata, a hierro muere, debe haber pensado Fouquier-Tinville, el famoso acusador público del tribunal revolucionario, en el momento mismo en que caía sobre su propia nuca la dura pieza metálica.
André Chanier, poeta, periodista, político eminente, fue decapitado en la antigua Plaza del Trono, hoy Plaza de la Nación. Las 16 monjas carmelitas de la localidad de Compiège, acusadas por Fouquier-Tinville de conspiración, subversión y fanatismo, fueron trasladadas a Paris y ejecutadas en ese lugar. En ningún momento dejaron cantar el Laudate Dominun. Las 16 religiosas fueron beatificadas en 1906.
La actual Plaza de la Concordia, llamada antiguamente Plaza de la Revolución fue tal vez el sitio donde mayores ejecuciones se realizaron. Alrededor de 1.200. Allí cayeron las cabezas de Luis XVI, Rey de Francia y de su esposa María Antonieta. A este mismo sitio llegó Robespierre desde su lugar de detención en la prisión de la Conciergerie, antigua residencia de los reyes de Francia, amarrado en una carreta y malherido luego de haber intentado suicidarse. Marat, Dantón, el químico Antoine Lavoisier, Sain Just y otras personalidades correrán una suerte similar: sus cabezas serán cercenadas en este lugar. Las ejecuciones alcanzaron, en esta Plaza, a líderes girondinos entre los que destacamos a Jacques Brissot y a Marie Jeanne Roland, quien además de ser la esposa del dirigente de la Gironda, Jean Roland, fue la iniciadora de un concurrido salón político que cotidianamente reunía lo más selecto de la revolución en su propio domicilio. Marie Jeanne al poner la cabeza bajo la afilada y pesada pieza de metal y en los segundos antes de su muerte, al ver que se había instalado casi frente a este sitio una Estatua de la Libertad, pronunció su célebre frase: “Oh, Libertad, cuantos crímenes se cometen en tu nombre!”. Su esposo, refugiado en Normandía, al saber de este ajusticiamiento, desesperado, se suicidó enterrándose una espada en su pecho.
Desde la Plaza de la Concordia caminamos por el Jardín de las Tullerías. Aquí fue, por iniciativa de Catherine de Medici, edificado el Palacio que será la residencia parisina de los reyes de Francia. Luis XVI y su esposa fueron trasladados desde Versalles a este lugar antes de ser nuevamente transferidos y ulteriormente decapitados. Aquí funcionó la Convención y el todo poderoso Comité de Salvación Pública. El palacio será incendiado por un grupo de combatientes de la Comuna, dirigidos por Jules-Henri Bergeret, el 23 de Mayo de 1871. El recorrido en medio de los jardines evoca las representaciones que los revolucionarios realizaban en las que se mezclaba el teatro con una suerte de ritual religioso pagano.
Frente al Louvre atravesamos el Sena y llegamos al imponente edificio de la Conserjería, antigua residencia real y prisión durante el periodo que nos ocupa. Allí instalo su cuartel general el acusador público Fouquier-Tinville. María Antonieta, recluida en este lugar, trato de evadirse sin resultados. Los más importantes líderes de la revolución pasaron por este centro de detención antes de ser llevados al cadalso. En una sala llamada de la Toilette, eran despojados de sus pocas pertenencias, rapados y vestidos para la ocasión.
Dejamos esta histórica prisión y terminando nuestro recorrido, seguimos hacia la rue Guenegaud, donde residieron los esposos Roland y en la que las galerías de arte y las boutiques de lujo, han borrado toda huella de la revolución. Desembocamos en la actual calle de la Escuela de Medicina donde funcionó la Sociedad de Amigos de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, más conocida como el Club des Cordeliers. Llegamos, finalmente, al boulevard Saint Michel que también fue escenario de otra revolución, mas reciente y en la que sí participó nuestro amigo Jacques, la de Mayo de 1968; pero ella… ella forma parte de otra historia.
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LA PROXIMA CRONICA: “IMÁGENES DE CHINA”, será puesta en línea a fines de Enero de 2011.
FELIZ NAVIDAD Y UN VENTUROSO 2011
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martes, 23 de noviembre de 2010

AMERICA LATINA:UN MUNDO QUE GANAR

por Agustin MUNOZ V




Bajo este título, la Central Única de Trabajadores de Chile, CUT, publicaba en 1968 uno de los más completos e interesantes estudios acerca de la realidad latinoamericana de entonces, explorando e indicando las alternativas políticas posibles para superar las deficientes condiciones de vida y de trabajo de los latinoamericanos.
El estudio fue obra de Ricardo García Posada y de David Silberman, ambos integrantes de la dinámica Comisión Técnica de la CUT que dirigía Pedro Guglielmetti. Eran los tiempos previos a la Unidad Popular y de mucha efervescencia social. El sindicalismo necesitaba fortalecerse y capacitarse para ejercer su rol responsable de conducción. En esto estaba empeñado Lucho Figueroa, Presidente de la Central, al igual que Oscar Núñez, Hernán del Canto, Fidelma Allende, Juan Campos, Nicolás López, Bayardo González y otros dirigentes que apoyaban y motivaban la incorporación de jóvenes profesionales de talento, comprometidos con el sindicalismo, a la Comisión técnica CUT. Fue el caso de Ricardo García y David Silberman quienes con mucho rigor científico y basándose en estadísticas y datos de la CEPAL, de OIT, del Banco Mundial y FMI realizaron la investigación, decidiendo que sus nombres no aparecieran como autores en el estudio. Ambos profesionales, años más tarde, fueron asesinados salvajemente por la dictadura de Pinochet.
El titulo relaciona a Latinoamérica con el penúltimo párrafo del Manifiesto Comunista cuando dice que “Los proletarios nada tienen que perder, solo tienen un Mundo que ganar”. Nada que perder, pues las cifras del libro muestran a la enorme mayoría de los países del continente como mono productores, con poco desarrollo industrial y escasa productividad, con alta inflación, con déficits muy serios en materia de distribución del ingreso - concentrando la riqueza en pocas manos- de protección social (maternidad, salud, pensiones); de acceso a la educación; de viviendas, de esperanza de vida al nacimiento, etc. Muestran igualmente porcentajes de pobreza que superan el 45%; fuerte desempleo y mala calidad del trabajo, a pesar de los niveles de crecimiento anual del PIB que, en la década de los sesenta según el Banco Mundial, era en promedio de 5.32%, debido por lo esencial al aumento de las exportaciones manufacturadas y al acceso al crédito internacional.
El análisis político de la región es igualmente negativo pues los déficits democráticos son enormes. Latinoamérica es el patio trasero de los Estados Unidos; nada o poco se hace contra su voluntad y salvo muy honrosas excepciones, las dictaduras civiles o militares dominan el continente y los derechos humanos son violados constantemente.
Había entonces para los latinoamericanos: un mundo que ganar.
Han pasado 42 años desde la publicación del mencionado libro e indiscutiblemente nuestro continente ha progresado en muchos aspectos. Casi ya terminando la actual década, tal vez convenga realizar una rápida revisión de lo acontecido en el periodo para tener presente lo que nos queda aún por ganar.




En Progreso Económico, la década parte cojeando.





A comienzos del 2000, los países de nuestro continente todavía no se recuperan de los efectos de las pasadas crisis económicas. Recordemos que desde los inicios de los años 80, crisis de la deuda externa hasta la recesión mundial del 2008 que se inicia con la quiebra de Lehman Brothers, la región ha conocido, en promedio, seis hecatombes económicas que la han afectado duramente en su desarrollo. Los años noventa fueron sacudidos por la crisis mexicana del 94 y la asiática de 97/98. No apenas iniciando su recuperación las economías fueron nuevamente afectadas por la crisis argentina del 2001 y por los efectos del 11 de Septiembre de ese mismo año. Ello explica en parte que durante los dos primeros años de la década actual el PIB haya sido negativo -0.4%.
El desempleo aumenta igualmente. El promedio de los años noventa había sido de 8.6%, elevándose a 11.2% en 2002. Ello significaba que según las cifras de Panorama Laboral de la OIT, existían en Latinoamérica cerca de 18.5 millones de desempleados, con ínfima o ninguna protección social. A ello se sumaba la muy mala calidad del empleo pues el Sector Informal de la economía llegaba al 51% como promedio regional.
La inflación regional aunque muchísimo más moderada que a mediados de los noventa, se situó en un 12.5% en 2002 para comenzar a descender paulatinamente a partir del año siguiente.
Lo descrito anteriormente repercute en los niveles de pobreza de esos primeros años. Se cuenta un 44% de pobres en la región y un 19.4% de pobreza extrema.

Fuerte recuperación económica entre 2003 y 2008.



Las austeras medidas adoptadas por los Gobiernos dieron resultados positivos en algunos de los indicadores macroeconómicos y el crecimiento fue sostenido en un porcentaje promedio de 4.1%. El incremento de las remesas enviadas por los inmigrantes contribuyó de manera importante en ello, al igual que el alto precio de las materias primas, ya que nuestra región continúa basando su riqueza en la exportación de productos que provienen del sector primario de la economía. Las tasas de inflación fueron moderadas y el desempleo se situó en un promedio de 7.5%. Los niveles de informalidad, sin embargo, oscilaron alrededor del 53%. A esto hay que agregar, como aspecto positivo, el desarrollo de políticas públicas focalizadas hacia los sectores sociales más vulnerables y la puesta en ejecución de los Programas de Transferencias Monetarias Condicionadas (TMC) que consisten en apoyar con recursos económicos o medidas de protección social a las familias que luchan efectivamente contra la pobreza a través de medidas concretas tales como la erradicación del trabajo infantil.
Las tasas de pobreza y de pobreza extrema fueron de un 33% y de un 13% respectivamente.
Aunque importantes, estos indicadores son muy inferiores a los de la década del noventa en que los porcentajes eran de 48.3% y de 22.5% para la pobreza y la pobreza extrema.


Interrupción de la dinámica debido a la crisis, más rápida recuperación y persistencia de déficits en empleo y pobreza.



Este dinamismo económico fue interrumpido por la grave crisis económica mundial que estalla, como lo señalamos, con la quiebra de Lehman Brothers.
En oposición a lo ocurrido en las anteriores y frecuentes crisis, Latinoamérica esta vez estaba mejor preparada y aunque se ve afectada, la recuperación fue más rápida y, por vez primera, las políticas públicas que se implementaron (promover la confianza de mercados financieros, inversionistas y consumidores; desarrollo de planes especiales destinados a los sectores vulnerables con programas específicos de protección social en ciertos casos, intensificación de las TMC, perfeccionamiento de los seguros de cesantía en los pocos países donde existen, etc.), fueron mas acertadas y al parecer contaron con la aceptación de parte de la población. De igual manera, aunque con especificidades, la respuesta a la crisis tuvo connotaciones regionales y los países actuaron más coordinadamente.

El crecimiento fue afectado pues el PIB se redujo en 1.6%, estimándose que al final de 2010 la región se sitúe aproximadamente entre un 3.5% y un 4.0%. En cualquier caso, en la última década América Latina ha crecido más que en las dos anteriores.
La inflación está siendo controlada y el promedio regional no debería superar el 8%. Sin embargo, el mercado de trabajo recibió los impactos, aunque mucho menos fuerte de lo que se esperaba. Así, en 2009 las cifras de cesantía se incrementaron con dos millones de nuevos desempleados aumentado entonces la tasa de desocupación a 8.4%. Los más vulnerados fueron los jóvenes. Según el Director Regional de la OIT para América Latina y El Caribe, Jean Maninat, el número de jóvenes entre 15 y 24 años que no estudian ni trabajan era de 18.3 millones de los cuales 4.3 millones eran desempleados que buscan trabajo activamente, cifra que podría llegar a 9 millones para la región en su conjunto, si se agregan las personas que ya han perdido la motivación para buscar un empleo. Es interesante destacar que de los 18.3 millones señalados más de la mitad son mujeres que se dedican a labores del hogar.

La OIT aporta contribución sustantiva en materias de empleo



Consciente de la gravedad y del impacto de la crisis en las personas, en el empleo, en el aumento de la pobreza y de las repercusiones en la democracia y en la gobernabilidad, los gobiernos de la región se coordinaron en el seno de la OIT para, en la medida de lo posible, dar una respuesta común. Fue así como se tomaron dos medidas muy eficaces:
a) La creación de un Observatorio de la Crisis cuya función principal fue recoger el impacto de la crisis en los países; analizar las medidas tomadas y sus efectos y compartir las experiencias a objeto de encontrar soluciones comunes.
b) La segunda medida fue de colocar al empleo como fundamental objetivo de las políticas económicas y de la recuperación. Con este fin y tendiendo a la protección de los puestos de trabajo, del salario y de la protección social, se adoptó en junio de 2009, en la Conferencia Internacional de la OIT el Pacto Mundial para el Empleo. Los principios del Trabajo Decente estarían, entonces, implícitos en todas las medidas que se adoptaran para enfrentar la crisis en materia de Empleo.

Expectativas y pobreza con cara de mujer



Las expectativas para el término de este año son que el crecimiento económico continúe a un ritmo de 4.0 como promedio anual, con bajos índices de inflación y que haya una disminución leve del desempleo, situándose en un 7.8%, con una leve mejora en la calidad del empleo, lo que disminuiría la informalidad.
La crisis económica también moderó en cierta forma el optimismo que hubo en materia de reducción de la pobreza: entre 9 y 10 millones de latinoamericanos pasaron a ser pobres en 2009. Haití encabeza los índices de pobreza con un 75% de pobres (personas que no tienen los recursos para satisfacer sus necesidades básicas) con respecto a la población total. Bolivia, Guatemala, Paraguay, Nicaragua y Honduras muestran tasas de pobreza superiores al 50% de su población. Solamente once países están por debajo del promedio regional de pobreza (33%) entre ellos se cuentan Costa Rica, Argentina, Cuba, México, Brasil, Panamá, Chile, Uruguay, Barbados, Jamaica y Venezuela.
La pobreza y la pobreza extrema en nuestro continente tienen rostro y características definidas: se trata fundamentalmente de mujeres, indígenas o de ascendencia africana, jóvenes, jefas de hogar y con muy poco nivel de escolaridad
Aun así, los porcentajes de pobreza (no los de pobreza extrema) de nuestro continente son inferiores a las de otros países en desarrollo, con excepción de algunos de Asia Central y de Europa del Este.
Según la Cumbre del Milenio realizada en Septiembre pasado en Nueva York, América Latina consiguió cumplir en un 85% el principal objetivo del Milenio: reducir a la mitad, de aquí a 2015, el número de personas que viven con menos de 1,25 dólares al día. Hasta ahora tres países alcanzaron ese objetivo: Brasil, Chile y Perú.
Hay entonces una visión un poco más optimista en materia de reducción de la pobreza, aunque contemos con casi doscientos millones de pobres.

Empleo y Pobreza preocupaciones fundamentales de la gente.



A pesar de las muestras de optimismo señaladas, la población de América Latina es bastante más realista y según Latino barómetro, retiene como principales problemas en materias económicas, a más de 50%, el desempleo y la pobreza y el 40% de los latinoamericanos, según la misma fuente, considera que su situación económica es mala. La percepción es superior al 50% en países como Argentina, México, Guatemala, Honduras y Nicaragua.

La DESIGUALDAD, nuestro talón de Aquiles.



El coeficiente de Gini mide el grado de desigualdad existente en materia de redistribución del ingreso. La variación de este coeficiente es de 0 a 1. La perfecta igualdad sería 0 y la desigualdad mayor sería 1. Muchos países europeos se sitúan entre 0.2 y 0.4.
América Latina aparece como un continente muy desigual, con un promedio de 0.5 y coeficientes a veces superiores a 0.6. Esto ya lo había constatado en 2002 el Banco Mundial, cuando a través de uno de sus vicepresidentes, David de Ferranti, afirmaba que era la región más desigual del mundo; afirmación que es válida hasta este momento. Esta desigualdad tiene por causa importante la colosal concentración del ingreso en el sector de la población con mayor renta en desmedro de la población más pobre. Así entonces, según el Banco Mundial, el decil más rico de la población recibe el 57.1% del ingreso; y el decil más pobre el 2.9%.
Hay entonces una relación muy estrecha entre pobreza y desigualdad; entre desigualdad y extrema riqueza.
En América Latina ha habido una muy leve disminución de la desigualdad. Brasil y México, son dos ejemplos de ello. Otros no han progresado o han aumentado sus índices de desigualdad como Costa Rica, Chile, Venezuela y Uruguay. A pesar de la leve mejoría en esta materia, es aún abismante la cifra de 200 millones de pobres que tienen diariamente dificultades para alimentarse, que conocen la desnutrición y no acceden a los servicios de salud y educación. De allí entonces la urgente necesidad que los Estados se fortalezcan para invertir en las áreas mencionadas y dar acceso a las personas de menores ingresos a esos servicios básicos. Por ejemplo, la inversión actual de América Latina en Educación es de aproximadamente un 4.3 % del PIB como promedio contra un 8% en Europa y el Sudeste asiático. Es prioritario que se realice este esfuerzo de inversión de parte del Estado y en aquellos países donde el porcentaje es mayor, que exista un adecuado control de la calidad de los servicios. Este esfuerzo requiere una modernización de los Estados, la preparación de profesionales y técnicos competentes y la realización de las reformas fiscales necesarias para enfrentar este desafío que es urgente.

¿Ha habido Desarrollo Político?



Es incontestable que la actual década, en comparación con las anteriores, ha experimentado un positivo desarrollo en materias políticas donde las cuestiones de la Democracia, de las Libertades Públicas y de los Derechos Humanos han ocupado un papel de relevancia y forman parte de los grandes consensos ciudadanos de este decenio.
Estamos bastante lejos de la vieja teoría del Destino Manifiesto que llevó al aventurero norteamericano William Walker a invadir Nicaragua y ocupar el cargo de Presidente de ese país y que inspirara la expansionista doctrina Monroe y luego al nazismo. Se sienten aun lejanos los tiempos en que sonaban estrepitosamente en Latinoamérica Los nombres de Somoza, Trujillo, Duvalier, Stroessner, Garrastazu Medici, Aramburu, Batista, Ongania, Castillo Armas y muchos otros que aparecían confundidos junto al Departamento de Estado norteamericano y a empresas como la United Fruits y la ITT en una antítesis de cuanto se pudiese percibir como alternativas democráticas o progresistas en la región. Pinochet se aleja paulatinamente aunque deja estampada en la historia, la huella de la represión y de la corrupción. Nos hemos alejado igualmente de la férrea tutela ejercida por los Estados Unidos que bajo el pretexto de combatir el peligro comunista, intervenía sin escrúpulos en la política interna Latinoamericana, propiciando golpes de estado, financiando dictadores, partidos políticos, organizaciones sociales o invadiendo frecuentemente los países cuando lo consideraba necesario para sus propios intereses. El mencionado Libro de la CUT daba detallada cuenta de estas invasiones norteamericanas que desde 1941 se sucedían frecuentemente ( las más reciente parecieran ser las ocurridas en los años 80 en Granada y Panamá). Estas situaciones parecieran haberse sepultado definitivamente. Hoy en día se eligen Gobiernos que en muchos casos no cuentan con la simpatía de los Estados Unidos e instituciones como la OEA eligen a su Secretario General por decisiones tomadas libremente por los países integrantes, mas allá de lo que desearía el país del norte; situación impensable hace algunas décadas.
La libertad de la Prensa es un avance fuerte en las dos últimas décadas, aunque la concentración de los medios de comunicación en grupos de pensamiento político homogéneo y los atentados y amenazas a periodistas de parte del crimen organizado o de grupos terroristas, significan un déficit democrático importante: lo sucedido recientemente en México ilustra esta preocupación.

Progreso democrático, aun en tiempos de Crisis.



El decenio, aun en tiempos de crisis, ha progresado en la idea del fortalecimiento de la institucionalidad democrática, del Estado de derecho y de la valoración de la noción más simplificada de la democracia que, según los sondeos de opinión regional, la muestran como la opción mas apreciada frente a otros tipos de régimen.
Las Crisis Económicas parecen no afectar la adhesión de los latinoamericanos a la democracia. Según latino barómetro 2009, a la consulta “Si Ud. tuviera que elegir entre la democracia y el desarrollo económico sin democracia”, las preferencias por la democracia aumentan de 26% en el 2008 a 44% en el 2009. Esta tendencia se acentúa cuando en 2009 el 59% de los encuestados consideran que la democracia es preferible a cualquiera otra forma de gobierno, aumentando 11 puntos porcentuales con respecto a 2001.
Hay que recordar igualmente que a inicios de la década las encuestas de latino barómetro mostraban que entre un 51% y un 55% de nuestros ciudadanos se pronunciaban por una opción no democrática si esta les resolvía los problemas económicos.

Las Crisis Políticas no frenan el progreso de la democracia



Durante los dos últimos años del decenio se habrán realizado 10 elecciones presidenciales en el continente y una importante cantidad de referéndums y de elecciones regionales, sin que ello haya dado paso a situaciones de enfrentamiento violento o de intervención militar como era en el pasado.
Durante 2011 cuatro países (Argentina, Guatemala, Nicaragua y Perú) deben igualmente elegir a sus Presidentes y todo parece indicar que se harán bajo las reglas del Estado de Derecho en cada país.
Es interesante destacar que durante el decenio cuatro mujeres han accedido a la presidencia. Son los casos de Michele Bachelet en Chile, Cristina Fernández en Argentina, Laura Chinchilla en Costa Rica y Dilma Roussef en Brasil. Ha habido un Presidente que fue un importante dirigente sindical, otro de origen indígena y en otros casos algunos que fueron apoyados por movimientos otrora guerrilleros. Un número importante de los Presidentes de la década, pertenecen o pertenecieron a agrupaciones políticas que han conservado el etiquetado de “izquierdas”.
A pesar del progreso señalado y de la estabilidad política regional, ha habido fuertes crisis presidenciales en estos diez últimos años. Desde el 2002 hasta la fecha, ha habido 12 situaciones de inestabilidad en las que, en 11 de ellas, hubo interrupción del mandato presidencial. Algunas de estas situaciones tuvieron causas económicas como fue en Argentina a inicios de la década; otras fueron de origen político en los casos de Ecuador (2000 y 2005), Bolivia (en 2003 y 2006), Perú (2000) y más recientemente el Golpe de Estado en Honduras con la destitución del presidente Zelaya y la confusa situación que se produjo en Ecuador, la que el Presidente Correa logró controlar. Estas situaciones han sido superadas gracias a la propia institucionalidad nacional o a la intervención de mediadores o de organismos como UNASUR o de la OEA.

Antiguas prácticas, nuevas tentaciones políticas y debilidades institucionales.



Muchos de los avances anteriormente expuestos pueden debilitarse en la medida que no se corrijan algunas tendencias extremadamente autoritarias que han formado parte de la norma institucional en muchos de los países. Una de ellas es la extraordinaria concentración de atribuciones y de poderes a nivel de la Presidencia de la Republica, conocida como hiperpresidencialismo, en detrimento de otros poderes o instituciones del Estado. El nepotismo político que pareciera darse a diferentes niveles de la política y que en ocasiones podría asimilarse a la idea de “Castas”, debilitaría igualmente los avances.
El decenio ha mostrado la emergencia de antiguas tentaciones políticas, esta vez bajo los amparos de la ley. Me refiero a la voluntad de muchos gobernantes de hacerse reelegir de manera permanente, sea con interpretaciones de los textos jurídicos existentes, sea con reformas constitucionales o recurriendo de amparo ante las instancias constitucionales que velan por la protección de los derechos. Han sido los casos de Bolivia, Colombia, Costa Rica y Venezuela; sin olvidar a Ecuador donde se están impulsando cambios constitucionales para esos efectos. Estas actitudes aunque validas jurídicamente, van al encuentro del viejo principio democrático de alternancia en el poder.

Partidos Políticos débiles.



Los Partidos Políticos se muestran muy debilitados en el ámbito latinoamericano.
Sufren ciertamente los efectos del hiperpresidencialismo y de la fuerte tendencia de los legisladores pertenecientes a las diferentes colectividades políticas, por adquirir notoriedad pública aun a costa de confundirse con las farándulas locales. Esto si bien en determinados momentos puede tener beneficios electorales, al final se paga el costo del descrédito y de la pérdida de confianza. Las prácticas de organización interna de los Partidos, la ausencia de democracia partidaria, los escándalos de corrupción los han debilitado a los ojos de la opinión pública. Aun así tanto Partidos Políticos como Parlamento son vistos como necesarios para la democracia según Latino barómetro por un 57% y un 60% respectivamente. Sin embargo, la confianza de los ciudadanos hacia los Partidos Políticos es bastante baja. Solamente un 24% de los encuestados tiene confianza en los Partidos, aun cuando considere que son importantes para la democracia.

Sindicatos y ejercicio de la Libertad Sindical



Los sindicatos por su parte aparecen débiles, aunque en mejor posición que los Partidos, ante la opinión pública ya que de acuerdo a los datos a los que hay acceso, solamente un 30% de las personas encuestadas por Latino barómetro le hacen confianza.
Esta percepción de falta de confianza en los sindicatos está también relacionada con el autoritarismo y con las viejas prácticas paternalistas del Estado que aún subsisten.
Si bien los sindicatos han sido debilitados por las políticas de flexibilidad impuestas; por el desmembramiento del Colectivo de Trabajo; por la descentralización productiva; por la disminución del Estado; por el aumento creciente del desempleo; por la magnitud del sector informal y de sectores económicos donde el reclutamiento de adherentes es muy complejo, su nivel de representación no es tan catastrófico como se ha tendido a hacer creer.
Los datos de OIT dan una tasa promedio de sindicalización para 7 países de 15%. En ese promedio no están considerados ni Brasil ni Argentina que tienen fuertes tasas de afiliación. Se trata de un porcentaje superior a varios países europeos y asiáticos. Este 15% de sindicalización expuesto por OIT, tal vez pudiese ser mucho más importante si se emplea una metodología más adecuada. Hasta el momento los cálculos han sido generalmente hechos en relación con la Población Económicamente Activa. Convendría calcular con la Población susceptible de ser sindicalizada, excluyendo así actividades y sectores económicos donde el reclutamiento y la sindicalización no son posibles.
La Negociación Colectiva a excepción de Argentina, Uruguay, Brasil y México, tiene una muy escasa cobertura, solamente implica a un 8% de los asalariados de la Región, debido fundamentalmente a que en la mayoría de los casos se trata de Negociación por Empresa y no por Rama o Sector de Actividad y también por no aplicación de la legislación.

Distancia entre Derecho y Realidad



La mayoría de los países del continente disponen de excelentes códigos de trabajo y los 8 Convenios Fundamentales de la OIT han sido ratificados por la casi totalidad de los países. Esto es importante pues dentro de estos Convenios se cuentan los relativos a la Libertad Sindical, a la Negociación Colectiva, los relacionados con el Trabajo Infantil y a la erradicación de sus Peores Formas, a la No Discriminación, a la Igualdad de Remuneración y los relativos al Trabajo Forzoso. El Convenio 144 sobre Consultas Tripartitas ha conocido durante el decenio una cantidad importante de ratificaciones, aun cuando el Dialogo Social deje mucho que desear.
El problema radica en la aplicación. De allí el enorme abismo que separa en América Latina el Derecho de la Realidad. Esto no es nuevo y es una parte de nuestra cultura que es urgente eliminar. Ello explica igualmente el importante número de casos que son examinados anualmente por los organismos de control de la OIT. La mayoría de ellos dicen relación con violaciones a la Libertad Sindical y a la Negociación Colectiva y corresponden en un porcentaje altísimo a América Latina. Aunque esto es histórico y algunos analistas han visto en ello una forma amplia de Libertad y Democracia en Latinoamérica que permite que estas quejas se realicen. Ello no es así. Es sobre todo un problema real en la aplicación de la norma jurídica y un aún inadecuado funcionamiento de la Administración del Trabajo.

Globalización y Derechos Laborales



Las discusiones realizadas en Cumbres y Foros Internacionales parecen confirmar que la Economía Global no podrá de manera durable desconocer o ignorar ni los temas de la protección social, ni del respeto de los derechos sociales de los trabajadores y de los excluidos; temas que competen a la OIT. Los sistemas de derecho y las normas jurídicas han permanecido inmutables, identificando el Derecho al Estado y el Estado a la territorialidad y a la soberanía. Sin embargo, ahora estamos descubriendo que el territorio ya no es un santuario y que la soberanía puede ser compartida, pues la globalización actual está caracterizada antes que nada por las tecnologías que han abolido las fronteras y las distancias.
Esto debería, igualmente, haber permitidor una universalización de los derechos laborales como valores universales. Sin embargo, la relación entre sistemas de derecho, globalización y universalización de los derechos fundamentales es aún muy ambigua.
La emergencia de lo que podríamos denominar “un derecho de la globalización” con vocación económica ha sido mucho más rápida y más eficaz que la globalización del derecho.
Esta contradicción importante va igualmente acompañada de un conflicto ideológico relevante, que se refiere al significado de un desarrollo planetario que se orienta más hacia una sociedad de mercado caracterizada por un crecimiento de las desigualdades sociales, que hacia la noción de universalismo del conjunto de los derechos que permita a la vez el desarrollo económico y el desarrollo social.
Esto ha estado presente en todos los debates nacionales e internacionales de la década. El riesgo podría estar en resolver estas contradicciones subordinando los derechos fundamentales a las exigencias del mercado y sustituyendo las políticas económicas por políticas financieras.
Frente a esta preocupante situación, que era previsible desde hace algunos años y que se reproduce en otras regiones del mundo, el Director General de la OIT, Juan Somavía, reaccionó elaborando antes del inicio del decenio, por una parte, su propuesta de Trabajo Decente que, de manera muy simple trata de asegurar a cada persona las posibilidades de acceso a un empleo productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad; donde se respeten los derechos fundamentales, donde no se produzcan desigualdades y donde se contribuya al desarrollo de la empresa y del país.
Por otra parte, junto con crear a inicios de la década la Comisión Mundial sobre la Dimensión Social de la Globalización se inició un proceso político, en el que se reconoce que la OIT es el mejor marco para celebrar ese diálogo tan necesario para avanzar en la resolución de este tema. De esa manera los desafíos del Trabajo Decente han estado en todos los foros, conferencias, cumbres, instancias de integración regional etc. que competen al mundo del trabajo. De una forma más amplia y mas reciente, las cuestiones del Trabajo decente han formado parte de declaraciones conjuntas con la OMC, de los acuerdos OIT-FMI y de las reuniones del G-20.

La vigencia de los desafíos


A pesar de los importantes progresos que América Latina ha experimentado desde el año en que se publicó el texto de la CUT, hay aún mucho por hacer y mucho que perfeccionar para que los trabajadores gocen del desarrollo y de las grandes ventajas de la democracia.
Es de la mayor importancia disminuir rápidamente la enorme desigualdad existente a través de políticas públicas adecuadas y de reformas fiscales que tiendan a penalizar el capital especulativo y las transferencias financieras de ese orden; crear más empleos productivos y de calidad para disminuir la pobreza en todos sus niveles y quitarle ese rostro de mujer; luchar contra la discriminación por sexo, por raza y por nivel de ingreso es un imperativo urgente.
Es también urgente fortalecer a los actores sociales que actúan en la esfera laboral. La promoción del Dialogo Social bipartito y tripartito debe ser una práctica habitual, al igual que velar por el cumplimiento de los textos jurídicos que dicen relación con la Libertad Sindical y con la promoción de la Negociación Colectiva para aumentar la ridícula cobertura existente hoy en día. En fin los planteamientos de David Silberman y de Ricardo García Posada están muy vigentes: en América Latina, HAY UN MUNDO QUE GANAR.










lunes, 25 de octubre de 2010

VIVE LA REVOLUTION

Agustin Munoz V.



Los libreros parisinos de la orilla izquierda del Sena deparan, en los tiempos actuales, pocas sorpresas. Ya no es posible encontrar ejemplares raros o primeras ediciones como era el caso hasta mediados de los años setenta. Hoy solo se encuentran textos de dudosa calidad como afiches, posters, reproducciones de monumentos históricos franceses y, en algunas ocasiones, tarjetas postales de los años 50 y 60 que con seguridad han sido recuperadas de algún granero o adquiridas en remates. Recientemente, una de ellas me llamó la atención pues era la fotografía de la portada del Hotel Nacional de la Habana. En el reverso, el texto dirigido a un tal Raoul Vallard y escrito con una caligrafía de profesora primaria, era muy simple: “Vive la Révolution“. Más abajo aparecía “Amitiés” y firmaba Emma. La postal estaba datada del 17 de Abril de 1961.
Debo confesar que la lectura de una frase tan simple me hizo pensar en esa desconocida Emma. Me la imaginé de inmediato como una hermosa joven de 24 años, egresada de la reputada Ecole Normale Supérieur de la Rue d’Ulm, en viaje de iniciación por las turbulentas latitudes de Latinoamérica. Sin dudas estaba llena de curiosidad, entusiasmo y mística con ese proceso de cambios por una vida mejor que se iniciaba en esa isla tan lejana. Me la imagino reflexionando sobre los cursos de marxismo impartidos por el entonces cuadragenario filosofo Louis Althusser y viendo en la realidad cubana la materialización de la teoría brillantemente expuesta por el intelectual francés. Lo conciso de la frase indica que Emma tiene poco tiempo; lo justo y lo necesario para ser educada e indicar a Raoul lo más importante de su viaje. ¿Estaría al corriente, Emma, que el mismo día que envió la postal se producía el desembarco de Bahía Cochinos y que el controvertido cardenal cubano Manuel Arteaga Betancourt se asilaba en la sede de la embajada argentina para evitar ser fusilado o al menos arrestado por sus conductas políticas y personales, sellando así un largo quiebre entre la Iglesia y la Revolución?
Miro nuevamente la foto del frontis del Majestuoso Hotel Nacional y la nostalgia me invade. Recuerdo mis viajes a Cuba, a La Habana. Los inigualables atardeceres tropicales frente al mar Caribe que se pueden apreciar, en toda su intensidad, solamente desde los jardines de ese hotel y vuelvo nuevamente a esa Emma intelectual, bella, joven y ciertamente de posición acomodada, bilingüe, lectora de Hemingway y fanática de mojitos, cubas libres y daiquiris, viviendo ciertamente una de las emociones más fuertes de su vida en medio de ese turbulento proceso que marcaría la historia contemporánea.
Me parece divisar a nuestra heroína en medio de la exaltada muchedumbre que repleta las calles y el frontis de la Universidad de La Habana, de la Facultad de Derecho o de Filosofía y Letras acompañada de nuevos amigos, de barbudos estudiantes con brazaletes rojinegros del 26 de Julio que custodian las dependencias académicas y que discuten al interior del centro de alumnos las maneras de acelerar y de defender la revolución.
Regreso a la realidad de una de mis estadías en La Habana en los difíciles tiempos del llamado “período especial”: 1994. Año muy difícil para los cubanos, mucho menos para quienes nos hospedábamos en el Hotel Nacional.
Siempre tuve sentimientos encontrados con ese hotel. Me atraía su majestuosidad, su entorno, su ubicación espectacular desde donde se puede observar imponente la ciudad y el mar. Esto contrastaba con su historia, pues el hotel Nacional fue uno de los centros de operaciones importantes del crimen organizado norteamericano. Allí se realizó, entre el 22 y el 26 de Diciembre de 1946, la gran convención de los mafiosos para sellar la paz y repartirse territorios. Meyer Lansky, Santo Trafficante, Amadeo Barletta, Lucky Luciano, Vito Genovese, Alberto Anastasia y otros delincuentes de menor rango se hospedaron, conspiraron y disfrutaron. Artistas como Frank Sinatra, Bola de Nieve y Dean Martin, animaron inolvidables veladas. Lana Turner y Ava Gadner escandalizaban con sus atrevidos amores a la farándula de entonces. María Félix, Agustín Lara eran visitantes asiduos junto a Hemingway y a dignatarios y políticos del mundo entero. Hay también otros recuerdos muy penosos como el suicidio de Laura Allende, la hermana de nuestro Presidente mártir, quien se lanzó al vacío desde el sexto piso del hotel.
Durante la aguda crisis económica que sufrió Cuba desde fines de 1990 a 1994, llamada pudorosamente “período especial” no se notó, en el Hotel Nacional, la falta de alimentos ni las privaciones ni humillaciones que la población cubana soportó estoicamente.
Fueron tiempos muy duros que se caracterizaron por un estancamiento sin precedentes de la economía, producto fundamentalmente del corte del apoyo económico que Cuba recibía de la ex Unión Soviética y de los países del Este europeo; a ello se sumaban las presiones norteamericanas que restringían el intercambio comercial y el bloqueo a través de la aplicación de las leyes Torricelli y Helms -Burton. La ineficacia de la burocracia cubana y la rigidez de las políticas económicas contribuyeron igualmente al caos económico.
Los efectos en la población fueron desastrosos y se manifestaron duramente en la vida cotidiana con una mayor escasez que la habitual, con repetidos cortes de energía eléctrica, ausencia total del transporte público, aparición de una serie de enfermedades y un deterioro sin precedentes del sistema sanitario. El ausentismo laboral fue casi total y el PIB cayó a los más bajos niveles de la historia económica del país.
Aun cuando las autoridades reaccionaron con mucha rapidez, aplicando medidas económicas bastante acertadas que atenuaron en parte los efectos de la crisis, hubo otros efectos políticos y sociales que el Gobierno no se esperaba.
Desde el Majestuoso Hotel Nacional fue posible observar y escuchar las masivas manifestaciones de protesta contra el Gobierno de Fidel y contra la Central de Trabajadores Cubanos que dirigía el hoy embajador Pedro Ross. Las protestas eran tanto en la calle como en los barrios y en los pocos sitios de trabajo que funcionaban. El alcoholismo y la prostitución se hicieron muy visibles. Por el bellísimo malecón y en los entornos de los hoteles de lujo pululaban hermosas muchachas que se prostituían y que recibieron el apodo de “jineteras”(los jóvenes fueron denominados “pingueros”). En ese momento pensé que la caída del régimen era cuestión de horas. Estaba convencido que “el motor de la historia” que impulsaba la protesta popular cumpliría el mismo rol que en Polonia, la Unión Soviética, la RDA y demás países comunistas. Sin embargo no fue así. La dura represión hizo aumentar el temor de la población y las restricciones políticas se hicieron más duras. La apertura económica junto a otras eficaces medidas logró superar la grave crisis y todo continuó como antes.
Han pasado más de 16 años desde esa experiencia. Aunque volví a La Habana en otras ocasiones, el impacto de ese año aún perdura. El temporal del “período especial” ya había pasado, dejando eso sí fuertes secuelas. Con el correr del tiempo Fidel traspasó, como buen emperador envejecido, la conducción del país a su también anciano hermano.
La disidencia ha aumentado y se ha hecho más visible. Los presos de conciencia y sus mujeres vestidas de blanco han desafiado heroicamente a la dictadura de los Castro, al Estado coercitivo, reclamando democracia, libertad de expresión, de pensamiento, respeto por los derechos humanos y justicia. Los gobiernos progresistas europeos y latinoamericanos, los partidos políticos de izquierda y los medios de comunicación ya son más cautos en sus nostalgias apreciaciones revolucionarias, comenzando a admitir que en esa isla no hay democracia, que hay presos políticos, que la represión existe y que los resultados de más de 50 años de revolución han sido un franco desastre, muy lejos de lo que un día concebimos como una sociedad más justa, solidaria, con libertad, bienestar y justicia.
La Iglesia Católica, desde la visita del Papa en 1998, ha ido lentamente recuperando algunas de sus esferas de influencia, que de alguna manera siempre mantuvo con Fidel. Éste, desde el momento en que los obispos intercedieron para proteger su vida luego del asalto al cuartel Moncada, nunca cortó completamente los lazos de comunicación con la Iglesia, a pesar del duro combate que libró en su contra. El dialogo y las relaciones, no siempre conflictivas, sostenidas con el conservador cardenal norteamericano John O’Connor, quien viajaba frecuentemente a La Habana, así lo confirman. Raúl Castro ha seguido los históricos pasos de su hermano aceptando la mediación de la Iglesia con la disidencia, con los presos de conciencia y dando recientemente su aprobación para la salida de algunos de ellos hacia España y hacia otros países.
Emma podría tener hoy cerca de 73 años y le costaría mucho entender, con su raciocinio cartesiano, lo que pasó con esa revolución llamada a construir un mundo mejor, sin privilegios, con libertad, respeto, justicia y bienestar. Se escandalizaría nuestra anciana revolucionaria al enterarse de las declaraciones del Comandante Fidel diciendo que el modelo cubano no es exportable, pues ni siquiera funciona en la propia Isla. Tampoco podría siquiera imaginar, que su tarjeta postal sería expuesta para la venta por un librero de la orilla izquierda del Sena y que la foto del bello hotel, motivarían estas reflexiones.






domingo, 3 de octubre de 2010

CUANDO LOS MUROS SE CAEN

Agustin Munoz V



Creo que fue en Junio de 1971 cuando viajé a la RDA. Fue un viaje de estudios por las principales ciudades de la entonces llamada Alemania democrática, en el que se mezclaba lo académico con el turismo político. Obviamente el plato de fondo de esta visita fue una estadía en un casi despoblado y caluroso Berlín, con muy pocos vehículos y solamente algunos grupos de turistas caminando por la amplia avenida Unten den Tillen (Bajo los Tilos) que desembocaba en la histórica Puerta de Brandemburgo. Llamaba poderosamente la atención lo amplio de las calles y avenidas, el poco movimiento de vehículos y personas, lo que daba una impresión de inmensidad que se acrecentaba con los grises y funcionales edificios aledaños. Contrastaba el paso de los autobuses de transporte, de las bicicletas y de los contaminantes Trabant, codiciados automóviles que disponían de un motor a dos tiempos de 600cm3, con los raudos y elegantes Mercedez Benz provenientes de Berlín Oeste. Sin embargo, lo que verdaderamente impresionaba era el Muro.
El Muro de Berlín impactaba y una mezcla de angustia y de curiosidad invadía nuestras convicciones revolucionarias de aquel tiempo. Observar el Muro era regresar a lo más caliente de la guerra fría. Era como estar viviendo episodios de la maravillosa película protagonizada por Anthony Hopkins: “Espionaje en Berlín” o leyendo nuevamente “El espía que regresó del frío” de John Le Carré. El Muro constituía la línea divisoria entre Capitalismo y Socialismo. Era sombrío, medía más de 115 kilómetros de largo y sus 3.6 metros de alto semejaban a la siniestra muralla de la parisina prisión de La Santé. En algunos lugares se habían instalado, en su parte superior, barras de cemento con alambres de púa y muchas torres de vigilancia, al estilo del campo de concentración de Buchenwald, disuadían cualquier intento de escapatoria hacia el otro lado. Los visitantes privilegiados como nosotros, debidamente acompañados por nuestro intérprete, podíamos acceder por un lugar previamente acomodado en el que, a través de un mirador, se contemplaba la artificial separación. Luego se nos invitaba a presenciar una película en que se explicaba la historia de Berlín después de la Segunda Guerra Mundial, el heroísmo de los soldados soviéticos que liberaron la ciudad, la división de Berlín entre las cuatro potencias y en seguida, su verdad acerca de la construcción del Muro.
Era una verdad que convencía poco. Se nos explicaba que hubo muchos atentados y provocaciones de parte de los imperialistas de Berlín Oeste que causaron muchas víctimas; que había una importante fuga de cerebros, de profesionales, de técnicos, los que una vez formados abandonaban la RDA atraídos por los excelentes salarios y las posibilidades de consumo de la otra Alemania; que los obreros partían a trabajar al Oeste, donde consumían, pero que dormían y se sanaban en el Este aprovechando las ventajas de viviendas subvencionadas y la gratuidad de la seguridad social; que la gente del Berlín capitalista compraba en la RDA los productos esenciales de consumo, a precios más reducidos, produciendo alarmantes desabastecimientos y descontentos de la población . Agregaban que debido a la propaganda occidental, era tal el número de personas que dejaban el paraíso socialista por el ogro capitalista que en poco tiempo el país no habría podido funcionar. Curiosos y contradictorios argumentos para explicar la construcción de la gris muralla. Uno se interrogaba acerca de cuál era en realidad el paraíso. No obstante estas explicaciones poco convincentes, aceptamos esa realidad. Fue más fuerte en aquel momento el peso de nuestros juveniles ideales, que el ejercicio de la razón ante una evidencia vergonzosa.
La visita del Muro terminaba con la posibilidad de poner algunas impresiones en un enorme libraco de firmas, igual a esos antiguos cuadernos de contabilidad de gruesas y acartonadas tapas. Antes de firmar y poner algunas diplomáticas palabras tuve la curiosidad de leer varias páginas en las que se consignaban impresiones ditirámbicas hacia el comunismo, loas a sus dirigentes y, en una de ellas, un sintético: “Viva el Socialismo, mierda” marcaba el paso de algún entusiasta compatriota. ¿Dónde estarán esos libros? ¿Los habrán quemado o estarán en algún museo? Creo que sería un ejercicio interesante encontrarlos e identificar algunas firmas de visitantes que fueron, son o serán gobernantes de nuestro continente. Con seguridad nos sorprenderían los testimonios que dejaron por escrito luego de su visita del Muro.
El otro Berlín contrastaba con el de la RDA. La gente elegantemente vestida hormigueaba por aceras atestadas de cafés, de tiendas y de comercios diversos. La juventud poblaba las terrazas de bares y restaurantes, las que gracias al colorido de las vestimentas y de sus risas tomaban un masivo aire de fiesta, de alegría. Se apreciaba que el Berlín occidental era una potencia económica. Las bellas construcciones, la actividad cultural, la diversidad de diarios, revistas, publicaciones, la vida nocturna, los modernos automóviles y el fuerte consumo contribuían a aumentar nuestras dudas.
A pesar de todo ello, nada hacía pensar en esos momentos que 18 años más tarde, el 9 de Noviembre de 1989, el muro sería derribado por una de las más impresionantes manifestaciones populares de Alemania. Era lo que Marx denominaba el “motor de la historia” lo que lo sepultaba definitivamente. Hubo otros “motores de la historia” en los paraísos del Este: En 1980 Lech Walesa y Solidarnosc en Polonia, las revueltas de Hungría de 1956, de Checoeslovaquia en Praga en 1968, la revolución de terciopelo en ese mismo país que comienza en 1988 y la profunda mutación que se produce en la Unión Soviética con la apertura y transparencia iniciada por Gorbachov, son otros históricos motores que hicieron posible que la alegría también llegara al Este.
Fue, claro, una alegría relativa. Si bien ahora es posible expresarse libremente, argumentar ideas sin temor a represalias, viajar hacia otras latitudes; la economía de mercado ha impuesto otras reglas del juego que ha golpeado duramente a una población acostumbrada a los subsidios, a la gratuidad de la educación y al acceso a una salud decente.
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PROXIMA CRONICA: " VIVE LA REVOLUTION"
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viernes, 27 de agosto de 2010

Chilenos en Francia



por Agustín Muñoz V.

Francia fue tierra de asilo para miles de chilenos. Se calcula que desde el 73 al 90, unos doce mil compatriotas disponían de estatuto de refugiados políticos, sin contar aquellos que obtuvieron la ciudadanía francesa. Fueron diecisiete años de amargura, de dolor, de tristezas, de desarraigo; pero también de inicios de una nueva vida, de aprendizaje, de integración, de éxitos, de fracasos y de lucha contra la dictadura y por la recuperación de la democracia.
¡Cómo lucharon los exiliados! Algunos se organizaron a través de los Partidos Políticos que habían formado parte de la Unidad Popular; otros, a través de de las estructuras sindicales a las que habían pertenecido; un porcentaje importante se integró a partidos políticos franceses, a estructuras comunales, regionales, internacionales y a asociaciones diversas. Cada exiliado era un multiplicador de las denuncias sobre violaciones a los derechos humanos. Cada refugiado era una voz que clamaba por solidaridad a la causa de los que luchaban en Chile. Cada uno, por modesto que fuese, disponía de algún contacto de importancia a nivel del mundo de la cultura, de la academia, de las municipalidades, de los partidos políticos, del parlamento, de la justicia, de las instituciones internacionales y en algunos casos hasta de las Casas Reales. Estos chilenos, en el plano individual y colectivo fueron clave para el triunfo de la primera batalla que se le ganó a la dictadura: su aislamiento internacional.
Fueron años de militantismo, de activismo constante, de creación intelectual, de formación profesional y académica para muchos; para otros, fue tiempo de estancamiento, de retroceso, de pérdida de identidad, de frustraciones, de divisiones familiares, de tragedias. Las jornadas de trabajo para ganarse el sustento eran combinadas con el trabajo político. Los fines de semana eran generalmente de reuniones, de actos, de manifestaciones, muchas veces en desmedro de la familia.
Diecisiete años en que también hubo un leit motiv: el regreso. El deseo de volver a la patria de los recuerdos de niñez y juventud; a la patria de las empanadas, del vino tinto y también del blanco, de las cazuelas, de los picarones, arrollados, congrios fritos y de otras gastronómicas nostalgias, era un síndrome común en las colectividades de exiliados. No hubo fiesta de solidaridad en que no hubiese empanadas y éstas casi causaron más divisiones al interior de los partidos políticos que los planteamientos ideológicos de Clodomiro Almeida o Carlos Altamirano. Famosa y encarnizada fue la fenomenal disputa por si la carne debía ser molida o picada con afilado cuchillo, lo que dio origen a injurias entre militantes y hasta la terrible acusación contra uno de los grupos , en un Pleno del PS, de utilizar carne para felinos enlatada en nuestro culinario segundo emblema patrio.
Años en que el más importante factor de unidad de los chilenos era la figura, el nombre de Salvador Allende. Su ejemplo de consecuencia política, su clarividencia y las realizaciones revolucionarias de su gobierno hicieron la unanimidad de moros y cristianos, de tirios y troyanos. Su nombre fue signo de admiración y de respeto para todos los demócratas franceses y del mundo entero. El reconocimiento fue unánime y se plasmó en un considerable respeto intelectual hacia su obra. En su memoria se le dio su nombre a calles, avenidas, centros culturales, colegios, liceos y asociaciones diversas. Ignoro el número de calles, de complejos deportivos y de colegios que llevan su nombre en Francia, muy probablemente la embajada de Chile puede disponer de esos datos; en todo caso Google da 42900 resultados cuando se busca por “calles Salvador Allende en Francia” y 6170 en la búsqueda por colegios y liceos. Su nombre como figura emblemática es solamente comparable con la del Che Guevara.
Y la alegría llegó para todos con el triunfo del NO en el plebiscito. Muchos chilenos volvieron al pais y algunos regresaron. Habían pasado muchos años, los hijos se integraron en la sociedad francesa, demasiado tarde para algunos de encontrar nuevos rumbos en el tan añorado Chile. Los “compañeros del interior” tomaron las riendas de una nueva fase. Había ahora poco espacio para la gente que no volvió. Las reuniones terminaron, los actos de solidaridad disminuyeron y siguieron otro cauce, los diarios y revistas del exilio se extinguieron y mucha gente se encontró sin rumbo, a pesar del esfuerzo por reciclarse en el mundo asociativo, esta vez con objetivos diferentes, pero siempre pensando en ese Chile tan complejo. Muchos se quedaron en el intento, con una pena y un desconcierto enorme; otros fallecieron, algunos muy solos, descubriéndose sus cadáveres meses después en la tristeza de alejados departamentos de los suburbios parisinos.
Han pasado más de 36 años desde el golpe de Estado y de la muerte de Salvador Allende. Francia ha acogido en los últimos veinte años a otros chilenos: profesionales, inmigrantes económicos, artistas, intelectuales y estudiantes. Se calcula que solamente un 20% corresponde a la categoría de ex refugiados políticos.
El combate de los chilenos en Francia y en otras latitudes es ahora doble. Tratan, por una parte, de mantener viva la memoria para que no se olvide lo que ocurrió. Por otra parte, a través de dinàmicas Asociaciones integran nuevos temas y acciones de importancia sustantiva tales como: el derecho a voto de los chilenos en el exterior, la doble nacionalidad para los que se han naturalizado y sus descendientes, el reconocimiento de diplomas, el establecimiento de convenios de seguridad social, el fomento del comercio franco-chileno a través de cámaras específicas, el desarrollo de la amistad franco chilena, etc. Algunos temas se han resuelto, otros están aún en discusión. Sin embargo, queda pendiente el derecho de los chilenos a ejercer plenamente su ciudadanía aunque no vivan en Chile; el derecho a votar en el extranjero como lo hacen naciones civilizadas como los Estados Unidos, los grandes países europeos y de Latinoamérica. Sólo la mezquindad, la pequeñez de un cálculo político equivocado y sobretodo el provincianismo cultural de algunos de nuestros dirigentes, impide que a casi veinte años de la restauración de la democracia, la alegría aún no llegue para millones de compatriotas residentes en el exterior, hayan sido exiliados políticos, inmigrantes económicos, artistas, profesionales, estudiantes o funcionarios internacionales.