martes, 23 de noviembre de 2010

AMERICA LATINA:UN MUNDO QUE GANAR

por Agustin MUNOZ V




Bajo este título, la Central Única de Trabajadores de Chile, CUT, publicaba en 1968 uno de los más completos e interesantes estudios acerca de la realidad latinoamericana de entonces, explorando e indicando las alternativas políticas posibles para superar las deficientes condiciones de vida y de trabajo de los latinoamericanos.
El estudio fue obra de Ricardo García Posada y de David Silberman, ambos integrantes de la dinámica Comisión Técnica de la CUT que dirigía Pedro Guglielmetti. Eran los tiempos previos a la Unidad Popular y de mucha efervescencia social. El sindicalismo necesitaba fortalecerse y capacitarse para ejercer su rol responsable de conducción. En esto estaba empeñado Lucho Figueroa, Presidente de la Central, al igual que Oscar Núñez, Hernán del Canto, Fidelma Allende, Juan Campos, Nicolás López, Bayardo González y otros dirigentes que apoyaban y motivaban la incorporación de jóvenes profesionales de talento, comprometidos con el sindicalismo, a la Comisión técnica CUT. Fue el caso de Ricardo García y David Silberman quienes con mucho rigor científico y basándose en estadísticas y datos de la CEPAL, de OIT, del Banco Mundial y FMI realizaron la investigación, decidiendo que sus nombres no aparecieran como autores en el estudio. Ambos profesionales, años más tarde, fueron asesinados salvajemente por la dictadura de Pinochet.
El titulo relaciona a Latinoamérica con el penúltimo párrafo del Manifiesto Comunista cuando dice que “Los proletarios nada tienen que perder, solo tienen un Mundo que ganar”. Nada que perder, pues las cifras del libro muestran a la enorme mayoría de los países del continente como mono productores, con poco desarrollo industrial y escasa productividad, con alta inflación, con déficits muy serios en materia de distribución del ingreso - concentrando la riqueza en pocas manos- de protección social (maternidad, salud, pensiones); de acceso a la educación; de viviendas, de esperanza de vida al nacimiento, etc. Muestran igualmente porcentajes de pobreza que superan el 45%; fuerte desempleo y mala calidad del trabajo, a pesar de los niveles de crecimiento anual del PIB que, en la década de los sesenta según el Banco Mundial, era en promedio de 5.32%, debido por lo esencial al aumento de las exportaciones manufacturadas y al acceso al crédito internacional.
El análisis político de la región es igualmente negativo pues los déficits democráticos son enormes. Latinoamérica es el patio trasero de los Estados Unidos; nada o poco se hace contra su voluntad y salvo muy honrosas excepciones, las dictaduras civiles o militares dominan el continente y los derechos humanos son violados constantemente.
Había entonces para los latinoamericanos: un mundo que ganar.
Han pasado 42 años desde la publicación del mencionado libro e indiscutiblemente nuestro continente ha progresado en muchos aspectos. Casi ya terminando la actual década, tal vez convenga realizar una rápida revisión de lo acontecido en el periodo para tener presente lo que nos queda aún por ganar.




En Progreso Económico, la década parte cojeando.





A comienzos del 2000, los países de nuestro continente todavía no se recuperan de los efectos de las pasadas crisis económicas. Recordemos que desde los inicios de los años 80, crisis de la deuda externa hasta la recesión mundial del 2008 que se inicia con la quiebra de Lehman Brothers, la región ha conocido, en promedio, seis hecatombes económicas que la han afectado duramente en su desarrollo. Los años noventa fueron sacudidos por la crisis mexicana del 94 y la asiática de 97/98. No apenas iniciando su recuperación las economías fueron nuevamente afectadas por la crisis argentina del 2001 y por los efectos del 11 de Septiembre de ese mismo año. Ello explica en parte que durante los dos primeros años de la década actual el PIB haya sido negativo -0.4%.
El desempleo aumenta igualmente. El promedio de los años noventa había sido de 8.6%, elevándose a 11.2% en 2002. Ello significaba que según las cifras de Panorama Laboral de la OIT, existían en Latinoamérica cerca de 18.5 millones de desempleados, con ínfima o ninguna protección social. A ello se sumaba la muy mala calidad del empleo pues el Sector Informal de la economía llegaba al 51% como promedio regional.
La inflación regional aunque muchísimo más moderada que a mediados de los noventa, se situó en un 12.5% en 2002 para comenzar a descender paulatinamente a partir del año siguiente.
Lo descrito anteriormente repercute en los niveles de pobreza de esos primeros años. Se cuenta un 44% de pobres en la región y un 19.4% de pobreza extrema.

Fuerte recuperación económica entre 2003 y 2008.



Las austeras medidas adoptadas por los Gobiernos dieron resultados positivos en algunos de los indicadores macroeconómicos y el crecimiento fue sostenido en un porcentaje promedio de 4.1%. El incremento de las remesas enviadas por los inmigrantes contribuyó de manera importante en ello, al igual que el alto precio de las materias primas, ya que nuestra región continúa basando su riqueza en la exportación de productos que provienen del sector primario de la economía. Las tasas de inflación fueron moderadas y el desempleo se situó en un promedio de 7.5%. Los niveles de informalidad, sin embargo, oscilaron alrededor del 53%. A esto hay que agregar, como aspecto positivo, el desarrollo de políticas públicas focalizadas hacia los sectores sociales más vulnerables y la puesta en ejecución de los Programas de Transferencias Monetarias Condicionadas (TMC) que consisten en apoyar con recursos económicos o medidas de protección social a las familias que luchan efectivamente contra la pobreza a través de medidas concretas tales como la erradicación del trabajo infantil.
Las tasas de pobreza y de pobreza extrema fueron de un 33% y de un 13% respectivamente.
Aunque importantes, estos indicadores son muy inferiores a los de la década del noventa en que los porcentajes eran de 48.3% y de 22.5% para la pobreza y la pobreza extrema.


Interrupción de la dinámica debido a la crisis, más rápida recuperación y persistencia de déficits en empleo y pobreza.



Este dinamismo económico fue interrumpido por la grave crisis económica mundial que estalla, como lo señalamos, con la quiebra de Lehman Brothers.
En oposición a lo ocurrido en las anteriores y frecuentes crisis, Latinoamérica esta vez estaba mejor preparada y aunque se ve afectada, la recuperación fue más rápida y, por vez primera, las políticas públicas que se implementaron (promover la confianza de mercados financieros, inversionistas y consumidores; desarrollo de planes especiales destinados a los sectores vulnerables con programas específicos de protección social en ciertos casos, intensificación de las TMC, perfeccionamiento de los seguros de cesantía en los pocos países donde existen, etc.), fueron mas acertadas y al parecer contaron con la aceptación de parte de la población. De igual manera, aunque con especificidades, la respuesta a la crisis tuvo connotaciones regionales y los países actuaron más coordinadamente.

El crecimiento fue afectado pues el PIB se redujo en 1.6%, estimándose que al final de 2010 la región se sitúe aproximadamente entre un 3.5% y un 4.0%. En cualquier caso, en la última década América Latina ha crecido más que en las dos anteriores.
La inflación está siendo controlada y el promedio regional no debería superar el 8%. Sin embargo, el mercado de trabajo recibió los impactos, aunque mucho menos fuerte de lo que se esperaba. Así, en 2009 las cifras de cesantía se incrementaron con dos millones de nuevos desempleados aumentado entonces la tasa de desocupación a 8.4%. Los más vulnerados fueron los jóvenes. Según el Director Regional de la OIT para América Latina y El Caribe, Jean Maninat, el número de jóvenes entre 15 y 24 años que no estudian ni trabajan era de 18.3 millones de los cuales 4.3 millones eran desempleados que buscan trabajo activamente, cifra que podría llegar a 9 millones para la región en su conjunto, si se agregan las personas que ya han perdido la motivación para buscar un empleo. Es interesante destacar que de los 18.3 millones señalados más de la mitad son mujeres que se dedican a labores del hogar.

La OIT aporta contribución sustantiva en materias de empleo



Consciente de la gravedad y del impacto de la crisis en las personas, en el empleo, en el aumento de la pobreza y de las repercusiones en la democracia y en la gobernabilidad, los gobiernos de la región se coordinaron en el seno de la OIT para, en la medida de lo posible, dar una respuesta común. Fue así como se tomaron dos medidas muy eficaces:
a) La creación de un Observatorio de la Crisis cuya función principal fue recoger el impacto de la crisis en los países; analizar las medidas tomadas y sus efectos y compartir las experiencias a objeto de encontrar soluciones comunes.
b) La segunda medida fue de colocar al empleo como fundamental objetivo de las políticas económicas y de la recuperación. Con este fin y tendiendo a la protección de los puestos de trabajo, del salario y de la protección social, se adoptó en junio de 2009, en la Conferencia Internacional de la OIT el Pacto Mundial para el Empleo. Los principios del Trabajo Decente estarían, entonces, implícitos en todas las medidas que se adoptaran para enfrentar la crisis en materia de Empleo.

Expectativas y pobreza con cara de mujer



Las expectativas para el término de este año son que el crecimiento económico continúe a un ritmo de 4.0 como promedio anual, con bajos índices de inflación y que haya una disminución leve del desempleo, situándose en un 7.8%, con una leve mejora en la calidad del empleo, lo que disminuiría la informalidad.
La crisis económica también moderó en cierta forma el optimismo que hubo en materia de reducción de la pobreza: entre 9 y 10 millones de latinoamericanos pasaron a ser pobres en 2009. Haití encabeza los índices de pobreza con un 75% de pobres (personas que no tienen los recursos para satisfacer sus necesidades básicas) con respecto a la población total. Bolivia, Guatemala, Paraguay, Nicaragua y Honduras muestran tasas de pobreza superiores al 50% de su población. Solamente once países están por debajo del promedio regional de pobreza (33%) entre ellos se cuentan Costa Rica, Argentina, Cuba, México, Brasil, Panamá, Chile, Uruguay, Barbados, Jamaica y Venezuela.
La pobreza y la pobreza extrema en nuestro continente tienen rostro y características definidas: se trata fundamentalmente de mujeres, indígenas o de ascendencia africana, jóvenes, jefas de hogar y con muy poco nivel de escolaridad
Aun así, los porcentajes de pobreza (no los de pobreza extrema) de nuestro continente son inferiores a las de otros países en desarrollo, con excepción de algunos de Asia Central y de Europa del Este.
Según la Cumbre del Milenio realizada en Septiembre pasado en Nueva York, América Latina consiguió cumplir en un 85% el principal objetivo del Milenio: reducir a la mitad, de aquí a 2015, el número de personas que viven con menos de 1,25 dólares al día. Hasta ahora tres países alcanzaron ese objetivo: Brasil, Chile y Perú.
Hay entonces una visión un poco más optimista en materia de reducción de la pobreza, aunque contemos con casi doscientos millones de pobres.

Empleo y Pobreza preocupaciones fundamentales de la gente.



A pesar de las muestras de optimismo señaladas, la población de América Latina es bastante más realista y según Latino barómetro, retiene como principales problemas en materias económicas, a más de 50%, el desempleo y la pobreza y el 40% de los latinoamericanos, según la misma fuente, considera que su situación económica es mala. La percepción es superior al 50% en países como Argentina, México, Guatemala, Honduras y Nicaragua.

La DESIGUALDAD, nuestro talón de Aquiles.



El coeficiente de Gini mide el grado de desigualdad existente en materia de redistribución del ingreso. La variación de este coeficiente es de 0 a 1. La perfecta igualdad sería 0 y la desigualdad mayor sería 1. Muchos países europeos se sitúan entre 0.2 y 0.4.
América Latina aparece como un continente muy desigual, con un promedio de 0.5 y coeficientes a veces superiores a 0.6. Esto ya lo había constatado en 2002 el Banco Mundial, cuando a través de uno de sus vicepresidentes, David de Ferranti, afirmaba que era la región más desigual del mundo; afirmación que es válida hasta este momento. Esta desigualdad tiene por causa importante la colosal concentración del ingreso en el sector de la población con mayor renta en desmedro de la población más pobre. Así entonces, según el Banco Mundial, el decil más rico de la población recibe el 57.1% del ingreso; y el decil más pobre el 2.9%.
Hay entonces una relación muy estrecha entre pobreza y desigualdad; entre desigualdad y extrema riqueza.
En América Latina ha habido una muy leve disminución de la desigualdad. Brasil y México, son dos ejemplos de ello. Otros no han progresado o han aumentado sus índices de desigualdad como Costa Rica, Chile, Venezuela y Uruguay. A pesar de la leve mejoría en esta materia, es aún abismante la cifra de 200 millones de pobres que tienen diariamente dificultades para alimentarse, que conocen la desnutrición y no acceden a los servicios de salud y educación. De allí entonces la urgente necesidad que los Estados se fortalezcan para invertir en las áreas mencionadas y dar acceso a las personas de menores ingresos a esos servicios básicos. Por ejemplo, la inversión actual de América Latina en Educación es de aproximadamente un 4.3 % del PIB como promedio contra un 8% en Europa y el Sudeste asiático. Es prioritario que se realice este esfuerzo de inversión de parte del Estado y en aquellos países donde el porcentaje es mayor, que exista un adecuado control de la calidad de los servicios. Este esfuerzo requiere una modernización de los Estados, la preparación de profesionales y técnicos competentes y la realización de las reformas fiscales necesarias para enfrentar este desafío que es urgente.

¿Ha habido Desarrollo Político?



Es incontestable que la actual década, en comparación con las anteriores, ha experimentado un positivo desarrollo en materias políticas donde las cuestiones de la Democracia, de las Libertades Públicas y de los Derechos Humanos han ocupado un papel de relevancia y forman parte de los grandes consensos ciudadanos de este decenio.
Estamos bastante lejos de la vieja teoría del Destino Manifiesto que llevó al aventurero norteamericano William Walker a invadir Nicaragua y ocupar el cargo de Presidente de ese país y que inspirara la expansionista doctrina Monroe y luego al nazismo. Se sienten aun lejanos los tiempos en que sonaban estrepitosamente en Latinoamérica Los nombres de Somoza, Trujillo, Duvalier, Stroessner, Garrastazu Medici, Aramburu, Batista, Ongania, Castillo Armas y muchos otros que aparecían confundidos junto al Departamento de Estado norteamericano y a empresas como la United Fruits y la ITT en una antítesis de cuanto se pudiese percibir como alternativas democráticas o progresistas en la región. Pinochet se aleja paulatinamente aunque deja estampada en la historia, la huella de la represión y de la corrupción. Nos hemos alejado igualmente de la férrea tutela ejercida por los Estados Unidos que bajo el pretexto de combatir el peligro comunista, intervenía sin escrúpulos en la política interna Latinoamericana, propiciando golpes de estado, financiando dictadores, partidos políticos, organizaciones sociales o invadiendo frecuentemente los países cuando lo consideraba necesario para sus propios intereses. El mencionado Libro de la CUT daba detallada cuenta de estas invasiones norteamericanas que desde 1941 se sucedían frecuentemente ( las más reciente parecieran ser las ocurridas en los años 80 en Granada y Panamá). Estas situaciones parecieran haberse sepultado definitivamente. Hoy en día se eligen Gobiernos que en muchos casos no cuentan con la simpatía de los Estados Unidos e instituciones como la OEA eligen a su Secretario General por decisiones tomadas libremente por los países integrantes, mas allá de lo que desearía el país del norte; situación impensable hace algunas décadas.
La libertad de la Prensa es un avance fuerte en las dos últimas décadas, aunque la concentración de los medios de comunicación en grupos de pensamiento político homogéneo y los atentados y amenazas a periodistas de parte del crimen organizado o de grupos terroristas, significan un déficit democrático importante: lo sucedido recientemente en México ilustra esta preocupación.

Progreso democrático, aun en tiempos de Crisis.



El decenio, aun en tiempos de crisis, ha progresado en la idea del fortalecimiento de la institucionalidad democrática, del Estado de derecho y de la valoración de la noción más simplificada de la democracia que, según los sondeos de opinión regional, la muestran como la opción mas apreciada frente a otros tipos de régimen.
Las Crisis Económicas parecen no afectar la adhesión de los latinoamericanos a la democracia. Según latino barómetro 2009, a la consulta “Si Ud. tuviera que elegir entre la democracia y el desarrollo económico sin democracia”, las preferencias por la democracia aumentan de 26% en el 2008 a 44% en el 2009. Esta tendencia se acentúa cuando en 2009 el 59% de los encuestados consideran que la democracia es preferible a cualquiera otra forma de gobierno, aumentando 11 puntos porcentuales con respecto a 2001.
Hay que recordar igualmente que a inicios de la década las encuestas de latino barómetro mostraban que entre un 51% y un 55% de nuestros ciudadanos se pronunciaban por una opción no democrática si esta les resolvía los problemas económicos.

Las Crisis Políticas no frenan el progreso de la democracia



Durante los dos últimos años del decenio se habrán realizado 10 elecciones presidenciales en el continente y una importante cantidad de referéndums y de elecciones regionales, sin que ello haya dado paso a situaciones de enfrentamiento violento o de intervención militar como era en el pasado.
Durante 2011 cuatro países (Argentina, Guatemala, Nicaragua y Perú) deben igualmente elegir a sus Presidentes y todo parece indicar que se harán bajo las reglas del Estado de Derecho en cada país.
Es interesante destacar que durante el decenio cuatro mujeres han accedido a la presidencia. Son los casos de Michele Bachelet en Chile, Cristina Fernández en Argentina, Laura Chinchilla en Costa Rica y Dilma Roussef en Brasil. Ha habido un Presidente que fue un importante dirigente sindical, otro de origen indígena y en otros casos algunos que fueron apoyados por movimientos otrora guerrilleros. Un número importante de los Presidentes de la década, pertenecen o pertenecieron a agrupaciones políticas que han conservado el etiquetado de “izquierdas”.
A pesar del progreso señalado y de la estabilidad política regional, ha habido fuertes crisis presidenciales en estos diez últimos años. Desde el 2002 hasta la fecha, ha habido 12 situaciones de inestabilidad en las que, en 11 de ellas, hubo interrupción del mandato presidencial. Algunas de estas situaciones tuvieron causas económicas como fue en Argentina a inicios de la década; otras fueron de origen político en los casos de Ecuador (2000 y 2005), Bolivia (en 2003 y 2006), Perú (2000) y más recientemente el Golpe de Estado en Honduras con la destitución del presidente Zelaya y la confusa situación que se produjo en Ecuador, la que el Presidente Correa logró controlar. Estas situaciones han sido superadas gracias a la propia institucionalidad nacional o a la intervención de mediadores o de organismos como UNASUR o de la OEA.

Antiguas prácticas, nuevas tentaciones políticas y debilidades institucionales.



Muchos de los avances anteriormente expuestos pueden debilitarse en la medida que no se corrijan algunas tendencias extremadamente autoritarias que han formado parte de la norma institucional en muchos de los países. Una de ellas es la extraordinaria concentración de atribuciones y de poderes a nivel de la Presidencia de la Republica, conocida como hiperpresidencialismo, en detrimento de otros poderes o instituciones del Estado. El nepotismo político que pareciera darse a diferentes niveles de la política y que en ocasiones podría asimilarse a la idea de “Castas”, debilitaría igualmente los avances.
El decenio ha mostrado la emergencia de antiguas tentaciones políticas, esta vez bajo los amparos de la ley. Me refiero a la voluntad de muchos gobernantes de hacerse reelegir de manera permanente, sea con interpretaciones de los textos jurídicos existentes, sea con reformas constitucionales o recurriendo de amparo ante las instancias constitucionales que velan por la protección de los derechos. Han sido los casos de Bolivia, Colombia, Costa Rica y Venezuela; sin olvidar a Ecuador donde se están impulsando cambios constitucionales para esos efectos. Estas actitudes aunque validas jurídicamente, van al encuentro del viejo principio democrático de alternancia en el poder.

Partidos Políticos débiles.



Los Partidos Políticos se muestran muy debilitados en el ámbito latinoamericano.
Sufren ciertamente los efectos del hiperpresidencialismo y de la fuerte tendencia de los legisladores pertenecientes a las diferentes colectividades políticas, por adquirir notoriedad pública aun a costa de confundirse con las farándulas locales. Esto si bien en determinados momentos puede tener beneficios electorales, al final se paga el costo del descrédito y de la pérdida de confianza. Las prácticas de organización interna de los Partidos, la ausencia de democracia partidaria, los escándalos de corrupción los han debilitado a los ojos de la opinión pública. Aun así tanto Partidos Políticos como Parlamento son vistos como necesarios para la democracia según Latino barómetro por un 57% y un 60% respectivamente. Sin embargo, la confianza de los ciudadanos hacia los Partidos Políticos es bastante baja. Solamente un 24% de los encuestados tiene confianza en los Partidos, aun cuando considere que son importantes para la democracia.

Sindicatos y ejercicio de la Libertad Sindical



Los sindicatos por su parte aparecen débiles, aunque en mejor posición que los Partidos, ante la opinión pública ya que de acuerdo a los datos a los que hay acceso, solamente un 30% de las personas encuestadas por Latino barómetro le hacen confianza.
Esta percepción de falta de confianza en los sindicatos está también relacionada con el autoritarismo y con las viejas prácticas paternalistas del Estado que aún subsisten.
Si bien los sindicatos han sido debilitados por las políticas de flexibilidad impuestas; por el desmembramiento del Colectivo de Trabajo; por la descentralización productiva; por la disminución del Estado; por el aumento creciente del desempleo; por la magnitud del sector informal y de sectores económicos donde el reclutamiento de adherentes es muy complejo, su nivel de representación no es tan catastrófico como se ha tendido a hacer creer.
Los datos de OIT dan una tasa promedio de sindicalización para 7 países de 15%. En ese promedio no están considerados ni Brasil ni Argentina que tienen fuertes tasas de afiliación. Se trata de un porcentaje superior a varios países europeos y asiáticos. Este 15% de sindicalización expuesto por OIT, tal vez pudiese ser mucho más importante si se emplea una metodología más adecuada. Hasta el momento los cálculos han sido generalmente hechos en relación con la Población Económicamente Activa. Convendría calcular con la Población susceptible de ser sindicalizada, excluyendo así actividades y sectores económicos donde el reclutamiento y la sindicalización no son posibles.
La Negociación Colectiva a excepción de Argentina, Uruguay, Brasil y México, tiene una muy escasa cobertura, solamente implica a un 8% de los asalariados de la Región, debido fundamentalmente a que en la mayoría de los casos se trata de Negociación por Empresa y no por Rama o Sector de Actividad y también por no aplicación de la legislación.

Distancia entre Derecho y Realidad



La mayoría de los países del continente disponen de excelentes códigos de trabajo y los 8 Convenios Fundamentales de la OIT han sido ratificados por la casi totalidad de los países. Esto es importante pues dentro de estos Convenios se cuentan los relativos a la Libertad Sindical, a la Negociación Colectiva, los relacionados con el Trabajo Infantil y a la erradicación de sus Peores Formas, a la No Discriminación, a la Igualdad de Remuneración y los relativos al Trabajo Forzoso. El Convenio 144 sobre Consultas Tripartitas ha conocido durante el decenio una cantidad importante de ratificaciones, aun cuando el Dialogo Social deje mucho que desear.
El problema radica en la aplicación. De allí el enorme abismo que separa en América Latina el Derecho de la Realidad. Esto no es nuevo y es una parte de nuestra cultura que es urgente eliminar. Ello explica igualmente el importante número de casos que son examinados anualmente por los organismos de control de la OIT. La mayoría de ellos dicen relación con violaciones a la Libertad Sindical y a la Negociación Colectiva y corresponden en un porcentaje altísimo a América Latina. Aunque esto es histórico y algunos analistas han visto en ello una forma amplia de Libertad y Democracia en Latinoamérica que permite que estas quejas se realicen. Ello no es así. Es sobre todo un problema real en la aplicación de la norma jurídica y un aún inadecuado funcionamiento de la Administración del Trabajo.

Globalización y Derechos Laborales



Las discusiones realizadas en Cumbres y Foros Internacionales parecen confirmar que la Economía Global no podrá de manera durable desconocer o ignorar ni los temas de la protección social, ni del respeto de los derechos sociales de los trabajadores y de los excluidos; temas que competen a la OIT. Los sistemas de derecho y las normas jurídicas han permanecido inmutables, identificando el Derecho al Estado y el Estado a la territorialidad y a la soberanía. Sin embargo, ahora estamos descubriendo que el territorio ya no es un santuario y que la soberanía puede ser compartida, pues la globalización actual está caracterizada antes que nada por las tecnologías que han abolido las fronteras y las distancias.
Esto debería, igualmente, haber permitidor una universalización de los derechos laborales como valores universales. Sin embargo, la relación entre sistemas de derecho, globalización y universalización de los derechos fundamentales es aún muy ambigua.
La emergencia de lo que podríamos denominar “un derecho de la globalización” con vocación económica ha sido mucho más rápida y más eficaz que la globalización del derecho.
Esta contradicción importante va igualmente acompañada de un conflicto ideológico relevante, que se refiere al significado de un desarrollo planetario que se orienta más hacia una sociedad de mercado caracterizada por un crecimiento de las desigualdades sociales, que hacia la noción de universalismo del conjunto de los derechos que permita a la vez el desarrollo económico y el desarrollo social.
Esto ha estado presente en todos los debates nacionales e internacionales de la década. El riesgo podría estar en resolver estas contradicciones subordinando los derechos fundamentales a las exigencias del mercado y sustituyendo las políticas económicas por políticas financieras.
Frente a esta preocupante situación, que era previsible desde hace algunos años y que se reproduce en otras regiones del mundo, el Director General de la OIT, Juan Somavía, reaccionó elaborando antes del inicio del decenio, por una parte, su propuesta de Trabajo Decente que, de manera muy simple trata de asegurar a cada persona las posibilidades de acceso a un empleo productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad; donde se respeten los derechos fundamentales, donde no se produzcan desigualdades y donde se contribuya al desarrollo de la empresa y del país.
Por otra parte, junto con crear a inicios de la década la Comisión Mundial sobre la Dimensión Social de la Globalización se inició un proceso político, en el que se reconoce que la OIT es el mejor marco para celebrar ese diálogo tan necesario para avanzar en la resolución de este tema. De esa manera los desafíos del Trabajo Decente han estado en todos los foros, conferencias, cumbres, instancias de integración regional etc. que competen al mundo del trabajo. De una forma más amplia y mas reciente, las cuestiones del Trabajo decente han formado parte de declaraciones conjuntas con la OMC, de los acuerdos OIT-FMI y de las reuniones del G-20.

La vigencia de los desafíos


A pesar de los importantes progresos que América Latina ha experimentado desde el año en que se publicó el texto de la CUT, hay aún mucho por hacer y mucho que perfeccionar para que los trabajadores gocen del desarrollo y de las grandes ventajas de la democracia.
Es de la mayor importancia disminuir rápidamente la enorme desigualdad existente a través de políticas públicas adecuadas y de reformas fiscales que tiendan a penalizar el capital especulativo y las transferencias financieras de ese orden; crear más empleos productivos y de calidad para disminuir la pobreza en todos sus niveles y quitarle ese rostro de mujer; luchar contra la discriminación por sexo, por raza y por nivel de ingreso es un imperativo urgente.
Es también urgente fortalecer a los actores sociales que actúan en la esfera laboral. La promoción del Dialogo Social bipartito y tripartito debe ser una práctica habitual, al igual que velar por el cumplimiento de los textos jurídicos que dicen relación con la Libertad Sindical y con la promoción de la Negociación Colectiva para aumentar la ridícula cobertura existente hoy en día. En fin los planteamientos de David Silberman y de Ricardo García Posada están muy vigentes: en América Latina, HAY UN MUNDO QUE GANAR.