miércoles, 13 de julio de 2011

Secuestros políticos

Por Agustín Muñoz V.


El rostro de dos periodistas galos apareció cotidianamente en los noticieros franceses durante más de un año y medio. Fue una de las movilizaciones más importantes de los medios de comunicación en favor de Stephan Taponier y Hervé Ghesquière, periodistas de la cadena de televisión France 3, secuestrados en Afganistán mientras realizaban un reportaje. Fueron finalmente puestos en libertad el 29 de Junio de 2011 y, según los afectados, durante su difícil cautiverio sufrieron vejaciones, humillaciones y maltratos. Las exigencias de los Talibanes para proceder a liberarlos fueron en lo esencial de tres órdenes: el pago de un rescate, liberación de detenidos afganos en poder de los franceses y retiro de las tropas francesas de Afganistán. El gobierno francés ha negado enfáticamente que se haya pagado algún rescate, aunque pocas personas crean en la veracidad de esta negativa que más bien responde a la “razón de Estado”. La liberación de prisioneros afganos parece que se ha ido realizando y el Presidente Nicolás Sarkozy anunció, inmediatamente después que su par norteamericano, el retiro total de las tropas francesas en 2014. Sin embargo, la fuerte movilización de los medios de prensa y de la sociedad civil por los rehenes, parece haber sido uno de los aspectos que más contribuyeron a la liberación de los periodistas. Esta es tal vez una lección que debe ser aprendida y asimilada a nivel internacional. Solo la denuncia y la movilización de la opinión pública pueden contribuir a la libertad y al esclarecimiento de la verdad.

El secuestro ha sido una constante histórica al igual que el importante consenso ciudadano de que esa acción, donde a menudo se mezcla lo político con lo crapuloso, debe ser sancionada con las mayores penas. La Biblia en su Antiguo Testamento se refiere a ello. Julio Cesar fue secuestrado durante casi 40 días. Sus captores pidieron un rescate considerado poco acorde con su valía por el romano, obligándoles a aumentar el monto de lo solicitado. Una vez liberado, Julio Cesar organizó una expedición punitiva, castigando severamente a sus secuestradores, luego de recuperar el dinero.

La independencia de América estuvo de alguna manera relacionada con el secuestro político -y según dicen dorado- de que fue objeto Fernando VII por Napoleón Bonaparte, luego de la invasión de España y de la negociación de Bayona en 1808; pues a partir de ese momento frente al vacío de gobernabilidad, los partidarios de la independencia se organizan, se constituyen en Juntas y desestabilizan el poder español hasta conquistar las independencias de cada territorio.
Acciones delictuales con toma de rehenes han contribuido a la semántica y a la psicología. El asalto al Kreditbanken de Estocolmo en 1973 y la retención forzada de las personas que se encontraban en el interior del establecimiento, durante seis días, dio origen a la denominación del “síndrome de Estocolmo”. Una de los rehenes se negó a declarar contra los captores pues se enamoró de uno de ellos.

Las dictaduras militares en Latinoamérica hicieron amplio uso del secuestro y en la mayoría de los casos no se solicitó rescate, pues se apropiaron de los bienes de sus víctimas y luego de torturarlas salvajemente las hicieron desaparecer. En esto sobresalieron argentinos, chilenos, brasileños, paraguayos y uruguayos por solo nombrar a algunos.
Ciertos movimientos de la izquierda latinoamericana y de la ultraderecha de nuestro continente se han destacado por recurrir a este tipo de accionar. Tal vez los que ostentan el repudiable record del secuestro político sean los colombianos, disputándose los primeros lugares las Autodefensas Unidas de Colombia (paramilitares), las FARC y el FLN. Han sido famosísimos y suficientemente publicitados por la duración del cautiverio y por la crueldad a la que fueron sometidos, una importante cantidad de políticos colombianos, entre los que destaca últimamente por la mediatización del hecho a nivel nacional e internacional, Ingrid Betancourt.

Gabriel García Márquez ha contribuido como ciudadano y como literato a la denuncia del narco terrorismo y al repudio de este acto delictual. En su magistral reportaje novelado Noticia de un Secuestro se refiere al cautiverio de Maruja Pachón y nueve secuestrados más que, al igual que ella, fueron víctimas de Pablo Escobar, jefe del Cartel de Medellín, quien pretendió hacer uso político, para fines personales, de los rehenes.

La ultraderecha argentina se ilustró igualmente como maestra en este tipo de delitos con la particularidad que, en el 99% de los casos, el secuestro terminaba en asesinato. Aun está fresca en la memoria de los demócratas del mundo entero los secuestros, exterminación física y atentados terroristas perpetrados por las tres A (Alianza Antiterrorista Argentina) particularmente entre 1974 y 1976. Las tres A estaban dirigidas por el Secretario de Estado de Bienestar Social de ese país, José López Rega quien actuaba avalado, luego de la muerte de Perón, por su esposa convertida en Presidenta de la República, Isabel Martínez y con la complicidad del aparato estatal, de la policía Federal y de las Fuerzas Armadas.

La década de los sesenta y de los setenta desborda de casos de secuestros políticos en Europa y Latinoamérica.

Europa se estremece el 16 de marzo 1978 al conocer la noticia del secuestro de quien fuera dos veces primer ministro de Italia. Aldo Moro fue víctima de las Brigadas Rojas quienes lo asesinaron el 19 de mayo de ese año, al haberse negado el gobierno a negociar con el grupo terrorista. Su cadáver fue encontrado acribillado de ocho impactos de balas al interior de un automóvil en una calle aledaña a la sede del Partido Comunista.

Un año antes, el 13 de abril de 1977 fue secuestrado en Francia el Presidente de la FIAT-Francia, Luchino Revelli-Beaumont, por individuos ligados a la guerrilla argentina y con estrechas relaciones con Juan Domingo Perón. Luego de un rescate de dos millones de dólares, Revelli- Beaumont fue liberado al cabo de 89 días. Nunca se pudo establecer con certeza quienes fueron los responsables del delito. Sin embargo las evidencias de la policía francesa y los testimonios de la hija de la víctima se concentraron en Héctor Villalón, un muy cercano colaborador del General Perón que osciló entre la guerrilla y la derecha peronista, radicado ulteriormente en Brasil.

La ETA inicia sus secuestros políticos a fines de 1970 y desde ese momento hasta la fecha se cuenta una centena de personas, muchas de las cuales fueron liberadas, como el padre del cantante Julio Iglesias, y un porcentaje no menor asesinadas. Entre los ejecutados se pueden mencionar, entre otros, a Miguel Ángel Blanco, Javier Ybarra, Alfredo Ramos, José Ustarán, José María Pérez, el ingeniero José María Ryan y Ángel Berazadi quien, al parecer, fue el primer secuestrado asesinado por la ETA en 1976.

Los alemanes se han también destacado en estas materias y el “otoño alemán” de 1977 es una muestra del fanatismo de algunos grupos terroristas como la Fracción del Ejército Rojo (FER) que, en alianza con el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), realizó tres sangrientas acciones. La primera fue el intento de secuestro de Jünger Ponto, banquero alemán que opuso resistencia y fue ultimado a balazos en el interior de su residencia. La segunda fue el secuestro, en Colonia, del Presidente de la Confederación Alemana de Empresarios, el industrial Hanns Martin Schleyer, quien fue posteriormente asesinado en Bruselas al haberse negado el Gobierno Alemán de acceder a la liberación de la famosa banda de terrorista encabezada por Andreas Baader. Sin dudas la acción más conocida de la FER y muy relacionada con la anterior, fue la que ejecutaron con el FPLP: el secuestro del avión Boeing 737-200 de la Lufthansa que realizaba el vuelo LH-181 entre Palma de Mallorca y Fráncfort. Luego de cinco días de intensas negociaciones; con uno de los pilotos asesinados y el avión posado en Mogadiscio, los rehenes fueron liberados por el comando alemán GSG-9 y los terroristas muertos en la acción, salvo una mujer que resultó herida. Hay un hecho muy curioso que tal vez convenga ser investigado en algún momento: por una extraña coincidencia, Andreas Baader y su banda, que esperaban ser canjeados en sus respectivas celdas donde permanecían aislados y sin comunicación con el exterior, se suicidaron todos al conocer la noticia del fracaso. La venganza del grupo terrorista fue el frío asesinato del banquero Schleyer.

En América Latina, donde casi ningún país ha estado exento de este fenómeno, el secuestro político se desarrolla y se expande en la década de los 60 y de los 70, aunque posteriormente haya habido emblemáticos casos.

Cuba desde los inicios de la revolución debe permitir el aterrizaje de los aviones y de los pasajeros secuestrados en vuelo por grupos o por individuos, que en una acción de publicidad política, desviaban constantemente las aeronaves de línea. Un año antes del triunfo de Fidel, en 1958, barbudos revolucionarios secuestran al campeón mundial de automovilismo Juan Manuel Fangio, quien debía participar en una carrera. Luego de dos días fue dejado en libertad. Muchos años más tarde, en los años ochenta, sería invitado por sus captores a Cuba, para recordar entre mojitos y daiquirís ese antiguo episodio.

Centroamérica, que se caracteriza actualmente por la fuerte violencia urbana desarrollada por los narcotraficantes y las temidas Maras, tiene a su haber un impresionante registro de secuestros políticos que se arrastran desde los años 70.

En Guatemala, por ejemplo, los grupos guerrilleros tuvieron durante algún tiempo especial preferencia por este tipo de acción. Así en 1970 el embajador de la RFA de la época, Conde Karl María Von Spreti fue secuestrado y asesinado posteriormente de un disparo en la sien derecha al no haber accedido el Gobierno a las exigencias de las FAR de Guatemala, a pesar de la enorme presión del gobierno alemán y de los Estados Unidos ante Carlos Arana Osorio que dirigía el país. Periodistas, parlamentarios y ciudadanos extranjeros han sido víctimas de este tipo de delito hasta muy recientemente.

Nicaragua, Honduras y El Salvador exhiben múltiples casos de secuestro político, realizado por grupos guerrilleros o de la extrema derecha. La Contra Nicaragüense secuestró en 1996 a más de 50 funcionarios del Consejo Supremo Electoral y ex militares vinculados con el Partido ARENA plagiaron a Carlos Alfredo Venutolo Oviedo el 22 de febrero de 1982, a Víctor René Cordón Pauls, el 16 de septiembre de 1983, al conocido empresario Jorge Elías Bahíaa, el 24 de septiembre de 1983, a José Luis Zablah el 9 de mayo de 1985 y al ex Ministro de Relaciones Exteriores Alfredo Ortiz Mancía, el 14 de febrero de 1986. Inicialmente se culpó de estos delitos al Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN).

En México permaneció secuestrado durante 7 meses Diego Fernández de Ceballos, dirigente del PAN. Fue liberado el 21 de diciembre del 2010, luego de un pago de 20 millones de dólares. Se trata del secuestro más largo en la historia de ese país y hasta la fecha no se sabe cuáles fueron las motivaciones del plagio, inclinándose algunos por la tesis de secuestro político y crapuloso, sin poder identificar al grupo delictual.

La guerrilla venezolana financió parte de sus acciones con el secuestro de diplomáticos, políticos, empresarios y emblemáticas figuras del deporte. A los nombres de James Chenault, Ignacio Iribarren, W. F. Niehous, M. Smolen se une el del astro del futbol mundial de la época: Alfredo Di Stefano, liberado a las 48 horas.

Los movimientos guerrilleros de Argentina y Uruguay fueron verdaderos maestros en la materia.
A fines de mayo de 1970 un comando de Montoneros, vestidos de uniformes militares secuestra al dictador ungido presidente, General Pedro Eugenio Aramburu. Luego de ser sometido a juicio popular, fue ejecutado por sus secuestradores el 1 de junio de ese año. El ERP secuestra en Marzo de 1972 a Oberman Sallustro, presidente de la FIAT- Argentina. Un mes después es asesinado por sus captores cuando la policía los cercaba. Pero no siempre el rescate consistía en dinero. El cónsul inglés en Rosario y gerente del frigorífico SWIFT, Staley Sylvester fue secuestrado por el ERP en mayo de 1971. Las exigencias para su liberación consistieron en el reparto de víveres, útiles escolares y ropa a los obreros de los frigoríficos y el reintegro de los trabajadores despedidos. La mayor parte de las exigencias se cumplieron y Sylvester fue liberado al cabo de seis días.

Siguen luego varios casos de plagio efectuados por Montoneros y el ERP para financiar sus actividades. La Exxon paga a Montoneros 14 millones de dólares por el rescate de su más alto ejecutivo y el 19 de Septiembre de 1974 secuestran a Jorge y Juan Born, máximos directivos de la multinacional Bunge y Born. Los hermanos Born fueron liberados en Junio de 1975 luego que se pagara un rescate por 60 millones de dólares y 1.5 millones de esa moneda, en mercaderías distribuidas en los barrios más pobres de la capital. Este secuestro ha sido no solamente el que originó el mayor rescate de la historia, sino que a su vez el que ha producido grandes interrogantes acerca del destino y utilización de los fondos y curiosas situaciones referente a los protagonistas del hecho. Hay consenso en que un 70% de los 60 millones fueron trasladados a Cuba y que desde allí alrededor de 25 millones fueron transferidos a cuentas de los montoneros en el extranjero, lo que les permitió financiar las actividades del grupo entre 1975 y 1977. La otra parte, al parecer, quedó en poder de los cubanos quienes la imputaron a gastos operativos. Los 17 millones restantes que se pagaron a la liberación de los rehenes fue administrado por el banquero David Graiver que invirtió una buena parte de ellos en acciones de grupos de prensa y luego falleció en un extraño accidente de avión sin que sus restos hayan sido identificados hasta la fecha. Rodolfo Galimberti o “el loco Galimba” que dirigía la Columna Norte de Montoneros y que participó en el operativo se asoció años mas tarde con Jorge Born y fue, antes de morir de un infarto, uno de los que más propició la recuperación de los dólares enviados a Cuba para restituirlo a sus secuestrados. Roberto Quieto, uno de sus máximos dirigentes y participante de la Operación Mellizas, como se llamó a este secuestro, fue detenido por la policía federal el 28 de diciembre de 1975, durante el Gobierno de Isabel Perón y desde entonces se encuentra desaparecido.

Las turbulencias políticas de los años 60 y 70 conmueven también a Uruguay país que siempre fue distinguido como el portador del label democrático y de la tolerancia.

La lista de los secuestros políticos en Uruguay es larga. Hay algunos casos emblemáticos rodeados, algunos de ellos, de leyendas. Se cuentan entre los primeros plagiados en 1978 Ulysses Pereyra Reverbell quien fue Presidente de la empresa estatal de energía eléctrica (UTE) y asesor importante de Pacheco Areco. Le seguirán el banquero Gaetano Pellegrini Giampietro, propietario además de una empresa editora periodística; Carlos Frick Davie, ex ministro de Ganadería y Agricultura; el magistrado Daniel Pereyra Manelli; el norteamericano Dan Mitrione; el cónsul de Brasil Aloysio Días Gomide; el embajador inglés Geoffrey Jackson; el industrial Jorge Berembau; la periodista francesa Michelle Ray el hijo del industrial Sergio Molaguero y otros más hasta contabilizar una veintena. Dos movimientos guerrilleros se destacan: Los Tupamaros y la organización Popular Revolucionaria (OPR 33).

El secuestro y posterior asesinato del agente del FBI Dan Mitrione, el 31 de Julio de 1970, puso en el primer plano de la noticia al grupo MLN o Tupamaros. Mitrione que actuaba bajo la cobertura de la AID, fue plagiado por los Tupas, encerrado en una cárcel del pueblo y enjuiciado por torturador y asesor de la policía en métodos de apremios físicos, antes de ser liquidado el 10 de agosto de 1970. Su caso fue llevado al cine por Costa Gavras bajo el título de “Estado de Sitio”. Pereyra Reverbell (plagiado dos veces) y Carlos Frick estuvieron a segundos de ser asesinados cuando se descubre, gracias a Amodio Pérez, la cárcel del pueblo donde estaban encerrados. Se salvaron porque dos de sus guardianas no se pusieron de acuerdo en eliminarlos en el momento en que la policía descubrió el escondite.

La OPR 33 se publicitó con el secuestro de Sergio Hugo Molaguero Brescia quien estuvo secuestrado desde el 11 de mayo al 19 de julio de 1972. Molaguero hijo del más importante empresario de la industria del calzado, fue secuestrado a raíz del conflicto en la empresa SERAL, de propiedad de su padre, donde él mismo trabajaba. Al no acceder a las demandas salariales que consideraba excesivas, la anarco sindicalista OPR 33 procedió al operativo en el que estuvo directamente involucrado Sergio Vásquez, hermano del ex presidente Tabaré Vásquez. En los 69 días de cautiverio, Molaguero sufrió un grave deterioro físico y perdió alrededor de 18 kilos, pues su alimentación durante un buen momento consistió en algunas mínimas porciones de arroz. Esto dio origen a una leyenda que circuló fuertemente entren los presos políticos de las cárceles de Uruguay y Argentina. Se decía que el Empresario se negaba a aumentar los salarios a sus trabajadores por considerarlos ya excesivos y cuando se le argumentaba que con lo que ganaban no alcanzaba ni siquiera para alimentar a una familia durante 15 días. Molaguero padre contra argumentaba dando una receta en base a polenta y arroz que según sus cálculos, debería permitir alimentarse sanamente y ahorrar una pequeña cantidad. A esta dieta según esa leyenda, fue sometido su secuestrado hijo.

En Chile no hay antecedentes de secuestro político antes de 1983, fuera de un curioso episodio protagonizado por el sindicalista Edgardo Mass en 1950 conocido como “el auto rapto de Colliguay”. Mass se escondió en una parcela cercana a Valparaíso con el objeto de simular un plagio político y desestabilizar al gobierno de la época. Aparte de lo anecdótico del hecho y del mal uso del término “ rapto” en vez de “secuestro” que haría palidecer de ira a eminentes juristas seguidores del gran penalista italiano Francesco Carrara, es durante el período de la dictadura de Pinochet cuando el Frente Patriótico Manuel Rodríguez realiza tres secuestros políticos. El primero de ellos fue el del periodista y subdirector del periódico gubernamental La Nación, Sebastiano Bertolone Galletti en 1983. Luego el del coronel de ejército Carlos Carreño en 1987 y el del empresario Cristián Edwards, hijo del magnate de la prensa chilena Agustín Edwards en 1991.

La liberación de los periodistas franceses motivó el recuerdo de algunos plagios emblemáticos con el colofón que por muy justos que puedan parecer los objetivos perseguidos por cualquier movimiento político o de liberación nacional, el secuestro es, en sí, un gravísimo delito y en ningún caso debe ser utilizado, justificado o mirado con simpatía.