lunes, 7 de marzo de 2011

CHILENOS: LA INTENDENTA MIENTE. PERO, SON COSAS DE AMERICA LATINA.

Agustín muñoz V.


En uno de los seis tomos de sus interesantes Memorias, Winston Churchill cuenta que durante la Segunda Guerra Mundial cada vez que algún majadero lo importunaba pidiéndole demasiadas explicaciones acerca de sus no siempre afortunadas decisiones, él respondía con un misterioso y escueto: ” son cosas de la guerra” y con ello evitaba largas y peligrosas polémicas. El Presidente francés Nicolas Sarkozy cada vez que debe referirse a asuntos complicados recurre a algo similar: “C’est la particularité francaise “. Nuestros comentaristas deportivos, por su parte, ya han universalizado el recurrente y salvador:”Son cosas del fútbol”.
Cuesta entender lo que sucede en nuestro continente con algunas cuestiones éticas y con valores que hace algún tiempo le daban cierta respetabilidad a la política. Para muestra algunos botones.

1.- Chilenos: ¡La intendenta miente!



La Sra. Intendenta de la sufrida y modesta Región del Biobío en el Sur del país del cielo azulado y de los campos de flores bordados, Jacqueline Van Rysselberghe, confesó públicamente hace algunas semanas, luego de haber sido denunciada de cometer actos ilegales - con apoyo de videos y grabaciones - por un Senador Socialista de la zona, que las acusaciones eran infundadas pues ella solamente había mentido, inventado una historia y simulado antecedentes para tratar de beneficiar con nuevas viviendas, luego del terremoto, a necesitados pobladores de su región que no habían sido afectados por el sismo; pero claro, que esa mentira expuesta públicamente, no la había concretizado.
Una situación análoga habría bastado en cualquier país moderno y con democracias sólidas para que se le hubiese solicitado de inmediato la renuncia, si es que la persona no lo hubiese hecho previamente. Recientes casos en Alemania y Francia confirman esta aseveración. Tal vez la excepción pueda ser Bélgica, de donde provienen los ancestros de la intendenta. En ese reino de viejas disputas entre Wallones y Flamands hay igualmente una histórica serie de impunes irregularidades cometidas en el aparato estatal y hasta el día hoy se recuerdan los actos de corrupción cometidos con el caso de los aviones vendidos a la Fuerza Aérea de Chile. Si se aceptara que la ética es una cuestión genética, es difícilmente concebible que el Poder Político y parte de la ciudadanía avale conductas que desde antaño han sido censurables. La mentira es castigada por la Iglesia; en la escuela los maestros inculcan la verdad y los mentirosos son fuente de escarnio y de desprecio. Dante en su Divina Comedia les reserva el infierno en sus grados casi máximos pues a los que incurren en mentiras, o en algunos de sus derivados, los sitúa en el Octavo y en el Noveno círculo de ese ardiente lugar. Hasta al simpático muñeco de madera, al Pinocho de nuestra niñez, le crece enormemente su nariz cada vez que miente. Solo en Chilito esto no es una falta y las máximas autoridades al igual que los Partidos Políticos de la Derecha aceptan y defienden la mentira como parte del ejercicio del poder y absuelven de toda culpa a quien ha confesado haber incurrido en esa censurable acción. ¡Qué triste y mal ejemplo para la niñez, la adolescencia y las generaciones futuras que asumirán la conducción del Estado y de la Cosa Pública! A fines de los años 60, los estudiantes de la Universidad Católica, en pleno proceso de Reforma Universitaria, reaccionaron a los infundios del decano de la prensa chilena, desplegando un enorme lienzo que ya forma parte de nuestra memoria histórica y que decía “ Chileno: ¡El Mercurio miente!.
Hoy y sin temor a querellas, pues la propia Sra. Van Rysselberghe lo confesó públicamente, habría que decir:
Chilenos: ¡La Intendenta miente!

2.- Que se joda la alternancia en el Poder, repitámonos el plato y hagamos de la política una Cosa Nostra familiar.



Algo muy curioso está ocurriendo desde hace ya algunas décadas en Latinoamérica y lamentablemente ya está formando parte de nuestra cultura política al no existir reacciones de parte de la ciudadanía. Se trata de la voluntad de los gobernantes de aferrarse a toda costa al Poder permaneciendo más allá de los límites jurídicamente establecidos y de asegurarse la perennidad a través de la constitución de verdaderas castas familiares que aseguren la continuidad política y el bienestar familiar. Los ejemplos sobran y hay algunos de bastante actualidad donde la desvergüenza es chocante. Relataré algunos casos emblemáticos.
Probablemente el más antiguo sea el de Cuba, donde Fidel Castro impuso a través del artículo 66ª de la Constitución Política del año 1975 que no se limitara la posibilidad de reelección indefinida de los más altos cargos del Estado y donde recientemente al sentirse viejo y muy enfermo, transgrediendo una vez más todos los principios democráticos, le traspasó la conducción del país a su también anciano hermano Raúl.
Hugo Chávez llegó a la Presidencia de Venezuela en el año 1999 y en medio de un agitado clima político y de conspiraciones diversas, logra imponer su autoridad, realizando a través de referéndum, reformas constitucionales que le permiten permanecer en el poder hasta el año 2013. Recordemos que la última elección en la que triunfó fue en 2006. Como goza de un voraz apetito de poder y 14 años le parecieron una cosa insignificante, organizó en 2007 un nuevo referéndum para reformar la Constitución y poder así asegurarse mandatos adicionales. Lo perdió. Sin embargo dos años después organiza un nuevo referéndum constitucional, que esta vez gana y que levanta los límites al número de reelecciones presidenciales y de otros cargos. De esta manera tiene la posibilidad ser el primer presidente vitalicio de nuestro continente.
En Colombia el presidente Álvaro Uribe fue electo en 2002 por un período de cuatro años sin posibilidad de presentarse a un segundo mandato. Como también consideró que el gustito tenía sabor a poco, recurrió en consulta a la Corte Constitucional la que declara, en 2003, exequible la reelección, es decir que puede realizarse una reelección inmediata. De esta manera aseguró luego de elecciones, un segundo período presidencial hasta el año 2010.
El nicaragüense Daniel Ortega ha hecho también cosas muy curiosas desde que encabezando el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) le ganó la guerra a la dictadura en su país. En 1985 es elegido Presidente y gobierna Nicaragua hasta el año 1990. Desde esta fecha hasta 2006 sigue muy activo en la política conduciendo el FSLN y liderando la oposición, lo que no le impidió establecer un acuerdo de gobernabilidad con el derechista Arnoldo Alemán a través de una reforma parcial de la Constitución por medio de la Ley 330 del 18 de Enero del 2000 en la que entre otros aspectos se instaura el bipartidismo y se establece una inmunidad y protección por actos de corrupción. Este acuerdo constitucional ha sido más conocido como El Pacto. En 2007 accede a la Presidencia de la República por un período de cinco años y como un lustro le parece poco, recurre a la Corte Suprema de Justicia invocando que las limitaciones del mandato presidencial son un atentado a sus derechos ciudadanos. La sala constitucional de la CSJ, basada en el principio de Soberanía que es reconocido en el artículo 21 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos del año 1948, concluye que el artículo 147 de la Constitución nicaragüense es atentatorio a ese principio por lo que puede reelegirse.
En Costa Rica el inciso 1 del artículo 132 de la Constitución Política de 1949, fue reformado en 1969, a través de la Ley 4349 prohibiendo a los ex presidentes de la república volver a ocupar ese cargo. Para nadie era misterio que a Oscar Arias le parecieron muy cortitos los cuatro años de su mandato que expiró en 1990. Pues fíjense Uds., que en el año 2002, se interpuso ante la famosa Sala cuarta Constitucional un recurso de inconstitucionalidad contra la mencionada Ley 4349. La Sala Cuarta acogió el recurso por mayoría de cinco de sus integrantes, el 4 de Abril del 2003. Los dos otros integrantes salvaron su voto. Esta resolución de la mencionada Sala, le permitió al ex presidente Oscar Arias presentarse nuevamente en 2006 y gobernar por un nuevo período, hasta 2010, a la “Suiza Centroamericana”.
El primer presidente indígena de nuestra América Latina, el boliviano Evo Morales asumió la presidencia en 2006 y fue reelecto en 2009 hasta el 2014. Como le agarró también gustito al poder y en un afán de resarcirse de tanta discriminación política hacia los pueblos originarios, se introduce el artículo 168 en la nueva Constitución aprobada en 2009 dándole la posibilidad de ser reelecto por un nuevo período de cinco años y por una sola vez. De esta forma y si el “soberano” lo apoya, completaría 13 añitos seguidos como Presidente. ¿No está mal, verdad?
El presidente Rafael Correa de Ecuador llegó a la conducción máxima de su país en 2006 y fue reelegido en 2009 hasta el año 2013. Sin embargo, bajo su mandato, se realiza una constituyente que culmina con una nueva Constitución en 2008 y que le permite reelegirse por un nuevo período presidencial una vez que culmine el actual en 2013.
Claro, también ha habido problemas en estos intentos de querer perpetuidad presidencial. No olvidemos al peruano Fujimori, como tampoco el reciente golpe de Estado que le dieron al Presidente Zelaya en Honduras en su intento, según dicen los golpistas, por reformar la Constitución para ser reelecto.
Ha habido también otras formas de continuidad presidencial como en el caso argentino, donde el mando se le traspasa a través de legítimas elecciones a la querida esposa para que el poder siga en la familia. Esto nos lleva por cierto a los mandatos políticos hereditarios que van de padre a hijos o a otras ramificaciones familiares. Ya hablamos de los hermanitos Castro en Cuba y de los esposos Kirchner en Argentina. En Chile hay verdaderas dinastías. Así como en Francia se dice: “Plombiers, de pére en fils” (gasfíter de padre a hijo), en Chile se está instaurando: “Presidentes de padre a Hijo”. Allí están los ejemplos de la dinastía de los Alessandri o de los Frei, que seguirán probablemente con la de los Lagos. Mejor ni hablemos de diputados o de senadores donde las dinastías se suceden. Si hasta recientemente el Cardenal Ángelo Sodano le dijo al diputado Monckeberg, que formaba parte de la comitiva presidencial en la visita al Vaticano, que “su apellido ya parece ser una dinastía en Chile”. Fuera de América Latina y de los Estados Unidos es muy difícil encontrar este tipo de situaciones en las viejas democracias europeas.
La cuestión es que tanto apetito y tantas ansias de perpetuarse en el poder, puede dar origen a un hastío de la gente. Las revueltas populares en los países del Norte de África han sido una reacción entre otras cosas contra el desempleo, contra la miseria, contra el despotismo y la falta de libertades que incluye el abuso en la permanencia en el poder.
Ha sido muy significativo que muchos de nuestros líderes de la izquierda pura y dura respalden a los dictadores del medio oriente, fundamentalmente a Kadhafi. Fidel, Daniel Ortega, Chávez, solo por mencionar a los más célebres, le han expresado su solidaridad. Tal vez estén pensando en las respectivas similitudes y en los similares desenlaces.


3.- Política, corrupción, narcotráfico conspiradores y torturadores en cargos de importancia.



Sobre la corrupción en política ya se ha hablado demasiado, aunque nunca lo suficiente.
Desde 1990 hasta la fecha, más de treinta presidentes o ex presidentes y vicepresidentes han estado involucrados ante la justicia por actos de corrupción. Conocidos son los casos de Fernando Collor de Mello, Presidente de Brasil (1990-92); de Carlos Andrés Pérez , Presidente de Venezuela (1974-79, 1989-93);, de Carlos Salinas de Gortari, Presidente de México (1988-1994). Salinas además fue acusado de asesinatos, blanqueo de dinero y de enriquecimiento ilícito; de Carlos Menem, Presidente de Argentina (1989-99); de Alberto Dahik Garzón, Vicepresidente de Ecuador (1992-96); de Abdalá Bucaram, Presidente de Ecuador (1996-97); de Raúl Cubas, Presidente de Paraguay (1998-99); de Jamil Mahuad, Presidente de Ecuador (1998 -2000); de Alberto Fujimori, Presidente de Perú (1990-2000); de Juan Carlos Wasmosy, Presidente de Paraguay (1993-98). La lista es muy larga. Podríamos continuar con los casos de Arnoldo Alemán, ex presidente de Nicaragua (1997-2002); de Luis González Macchi, ex Presidente de Paraguay; de Alfonso Portillo, ex Presidente de Guatemala y de muchos otros. El ex presidente colombiano Ernesto Samper fue acusado de recibir subvenciones del Cartel de Cali y luego de abandonar el país durante algunos años, a su regreso ha estado ausente de la vida política nacional. Si nos ocupáramos de Ministros o funcionarios de la alta función pública necesitaríamos cientos de miles de páginas. Diversas ONG se encargan de mantener actualizada la larga lista de escándalos y hasta han creado una suerte de corrupciómetro para medir estos ilegales actos.
Recientemente ha habido casos dignos de destacar en este ámbito que ya resulta extremadamente peligroso. La DEA en conjunto con un cuerpo policial chileno sorprendió en flagrante delito de narcotráfico al Zar antidrogas de Bolivia y en México se ha dado la triste paradoja que un periódico solicita a los narcotraficantes que le diga qué noticias no deben publicar para que no les sigan asesinando a sus periodistas.
Algunos países de nuestro continente no solamente han ignorado a antiguos torturadores y conspiradores de alta monta que atentaron contra la democracia; sino que por el contrario los han premiado. Los periódicos chilenos han estado publicando muy recientemente diversos casos de ex funcionarios de la represiva DINA que han sido o fueron contratados para desempeñarse como altos funcionarios o asesores en la Administración Pública. Un conocido golpista, agente de la CIA y conspirador contra el gobierno de Allende, Federico Willoughby, se desempeñó como Asesor presidencial en tres gobiernos de la Concertación sin que nadie dijera absolutamente nada, sin que ninguno de los socialistas que estaban en el Gobierno abriese la boca y hasta el día de hoy poco se habla.
Por si esto fuera poco, las noticias nos asombran cada día más con las denuncias y condenas de sacerdotes pedófilos que ensucian la imagen de la Iglesia. La opinión pública se estremeció con el caso de Marcial Maciel y hoy la prensa chilena se ruboriza al contar las cositas que realizaba Monseñor Karadima y de la condena de que fue objeto por la Congregación por la Doctrina de la Fe (la antigua Santa Inquisición). Lo curioso es que este obispo fue rápidamente juzgado y condenado por el Vaticano y no por la Justicia ordinaria de Chile, que manifiesta no disponer de antecedentes.
Comentando todas las situaciones anteriormente descritas con un antiguo profesor universitario; éste luego de haberme escuchado atentamente y de haber realizado una profunda reflexión, con su docta voz de académico consagrado articuló pausadamente: “Bueno, son cosas de América Latina”.