domingo, 16 de junio de 2013

Camilo Escalona y « El valor de la política »

                                             
 
                                                                                                                          Agustín Muñoz V.
 
 
 
 
El diario El Mercurio de Santiago publica, en la rúbrica “opinión” de su edición del 14 de junio de 2013, un interesante artículo firmado por Camilo Escalona, actual senador socialista y ex presidente del Senado, como él mismo se encarga de recordar.
Más allá de las legítimas sospechas que cualquier persona puede tener ante el hecho de que el conservador medio de comunicación chileno otorgue tribuna a un alto dirigente del Partido Socialista de Chile, que se caracterizó en el pasado por haber sido un duro opositor a la dictadura y defensor de los sistemas políticos de la RDA y de Cuba, a quienes realizó ditirámbicos elogios, es de mucho interés analizar lo que expone en un momento en que el senador aparece como persona poco frecuentable en los medios políticos cercanos a la Concertación y a la futura Presidenta Bachelet.
Los planteamientos de Escalona en líneas generales pueden resumirse en tres cuestiones fundamentales:
La primera es que en el Chile de hoy el problema más significativo es la desigualdad existente y la no disposición del sistema político por resolver ese problema esencial que la ciudadanía cuestiona fuertemente. La inexistencia de proyectos políticos nacionales y la carencia o inconsistencia de proyectos de sociedad de parte de corrientes de opinión y de partidos políticos contribuye, según Escalona, a que no se aborde este y otros temas prioritarios, poniendo en dudas la legitimidad de la democracia y que se privilegien propuestas demagógicas o populistas que no se podrán cumplir. El rol de los partidos se restringiría a lo que él denomina “canibalismo político para destruir al adversario aunque sea de sus propias filas”, haciendo alusión sin dudas a lo que le ha ocurrido a él mismo últimamente.
Su segundo planteamiento es que la democracia se ve igualmente afectada por la farandularización del espacio público. Incluye en ello al conjunto de los actores políticos, muy especialmente a los parlamentarios, que en un desenfrenado afán publicitario ignoran lo esencial de su rol de legisladores, consagrándose a tareas que no les corresponden para congraciarse con la gente, lo que ha motivado que los partidos descarten a los “buenos legisladores” para reemplazarlos por inconsistentes demagogos. La democracia, según el Senador, se ve afectada igualmente por la debilidad y desprestigio de los partidos políticos que han descuidado la fortaleza institucional, la formación de sus militantes y por la conexión existente entre política y dinero. Lo anterior conduce a que significativos actores políticos, ante el temor de ser repudiados, se presenten ante la ciudadanía como si no fueran miembros de los partidos a los que pertenecen, por el creciente desprestigio de los mismos.
Su tercer punto de vista es que para superar lo anterior es imprescindible un cambio en el sistema binominal a objeto de reinstalar el valor de la política basada en proyectos societales, en aras del interés nacional y no de cuotas de poder que perturban el camino hacia la reducción de la desigualdad.
Más allá de las fuertes, duras y hasta groseras críticas que ha recibido Camilo Escalona en los últimos días por sus posiciones bastante divergentes con la socialista candidata a la Presidencia de la República, es necesario, en primer lugar, reconocerle su audacia política y el mérito incontestable de querer insertarse en el debate nacional con ideas y propuestas sobre temas esenciales que son básicos para la modernización del país y para la reivindicación de la política. Otra cosa es que estemos o no de acuerdo con lo que expone o que consideremos que muchos de sus puntos de vistas pecan igualmente de un alto grado de oportunismo.
Nadie puede estar en desacuerdo con que el problema de mayor significación en América Latina y de Chile durante los últimos cuarenta años ha sido el de la Desigualdad. Más recientemente, en 2002, David de Ferranti, Vicepresidente del Banco Mundial constataba que América latina era el continente más desigual y que Chile era uno de los países más desiguales de Latinoamérica. En otras palabras, Chile era y sigue siendo uno de los países más desiguales del mundo, según el coeficiente de Gini, por la colosal concentración del ingreso en el sector de la población con mayor renta, en desmedro de la población más pobre. A pesar de que este fenómeno es de larga data y que ha sido transversal a la dictadura de Pinochet y a la Concertación, recién ahora la candidata Michelle Bachelet asume el tema con prioridad máxima. ¿Por qué el camarada Escalona no enarbolô esta bandera de lucha desde el advenimiento de la democracia en Chile y no la tuvo como objetivo político prioritario del Partido Socialista? ¿Por qué asume tan tardíamente este objetivo y una vez que ya ha sido avanzado por los movimientos sociales e incorporado al programa de la candidata a la presidencia? Aunque muchos puedan decir que más vale tarde que nunca, una aclaración de su parte podría ser de mucho interés, pues indudablemente que tiene razón cuando dice que no ha habido disposición del sistema político para resolver ese problema, olvidando que él ha sido un actor de primera línea en el sistema político de los últimos veinte años y que nada se hizo en ese sentido.
Tiene razón igualmente cuando habla de que la democracia se ve afectada por la farandularización del espacio político, por el canibalismo de la política, cuyo único objetivo es destruir al adversario, por el desprestigio de los partidos, de la política y por la expandida corrupción. Cuánta verdad hay en sus dichos, pero ¡qué falta de memoria y qué falta de autocritica al respecto! Olvida el Senador que él ha sido la principal figura de una tendencia hermética, sectaria y poco tolerante al interior del Partido Socialista; olvida a los innumerables funcionarios y operadores políticos que pagados con recursos del estado actuaban para su fracción. ¡Qué bueno que ahora recapacite sobre estos asuntos y ponga su experiencia al servicio de la ciudadanía!
En el mismo orden de ideas, ha sido de mucho interés su punto de vista cerca de que la carencia de proyectos políticos o de reformas sociales contribuye a poner en dudas la legitimidad de la democracia y facilitan la emergencia de propuestas demagógicas o populistas. Nuevamente tiene razón y nuevamente surge la interrogante del ¿porqué él mismo no asumió un liderazgo desde el parlamento o desde el Partido socialista preconizando proyectos políticos o de reformas sociales que hoy en día la ciudadanía asume? ¿Por qué ha cuestionado la aspiración ciudadana de una reforma constitucional a través de una Asamblea Constituyente, tildando a los que la preconizan de “fumadores de opio? Ello junto con darle legitimidad a la democracia habría permitido cambiar el sistema binominal que forma parte de su tercer planteamiento.
Tampoco explica cuales fueron las razones para que en los decenios en que gobernó la concertación no se haya jugado por una reforma tributaria que permitiera avanzar en la disminución de la desigualdad; en una justa reforma educacional; en la gratuidad de la educación o por una reforma del actual sistema de salud? ¿Por qué no se refiere a la necesidad de realizar una adecuada reforma laboral que permita terminar con la actual legislación, herencia de la dictadura y del Plan Laboral del hermano del actual presidente y que permita el desarrollo de empleos decentes, de una adecuada organización sindical y de una moderna negociación colectiva?
Se refiere igualmente, Camilo Escalona, a los peligros de las propuestas irresponsables que puedan conducir al populismo. Sin dudas las propuestas a las que hace alusión son las mismas que hoy día forman parte del programa de Michelle Bachelet y que en ningún caso podrían ser consideradas irresponsables o demagógicas. Me refiero a aquellas que dicen relación con la lucha contra la desigualdad, con la gratuidad de la educación, con reformas laborales, con reforma tributaria y obviamente la reforma constitucional, sin descartar la Asamblea Constituyente.
Conviene, sin embargo, recordarle al camarada Escalona que los diversos movimientos ciudadanos que han surgido en Chile y en el mundo, no han sido producto de estas propuestas que él considera irresponsables, sino por los déficits sociales y por las desigualdades que han conllevado la aplicación de políticas económicas neoliberales que han atentado contra los principios democráticos, contra la soberanía, contra el medio ambiente, contra el bienestar de la población y todo ello con la complicidad del sistema político y de los partidos políticos de izquierda y de derecha.
Contra ello se han alzado las voces de los indignados. La desafección hacia los partidos, hacia sus dirigentes y hacia la política es producto de lo anterior y de no tener respuestas adecuadas los peligros son muchos, entre otros el autoritarismo, la intolerancia y el populismo.
La democracia necesita de partidos y de instituciones políticas solidas y creíbles. Ello es un enorme desafío que la futura Presidenta de chile ha comprendido, no así nuestro honorable Senador socialista.