lunes, 2 de mayo de 2016

Un 1° de mayo sin Reforma Laboral


                             

                                   

                                                                                                                                             
Hace 130 años, el 1° de mayo de 1886, las más importantes ciudades de los Estados Unidos de Norteamérica como Nueva York, Chicago, Baltimore, Milwanka y otras se paralizaron como resultado de la lucha de las organizaciones sindicales  norteamericanas por mejores condiciones  laborales, particularmente por la reducción de la jornada a ocho horas de trabajo.

En ese 1° de mayo el paro fue total, así como la brutal represión y la provocación policial ante los cientos de miles de trabajadores que se manifestaron en las calles. La continuidad de la huelga general fue seguida por una  mayor represión que deja como saldo, el día 3 del mismo mes, seis obreros asesinados pertenecientes a la empresa Mc Cormic Reaper, además de numerosos heridos y detenidos. La manifestación de protesta realizada el día siguiente, 4 de mayo, en Chicago, en Haymarket Square, culmina con una enorme tragedia al estallar una bomba puesta por un desconocido. Mueren 12 personas, ocho policías y cuatro trabajadores y más de 60 personas quedan en estado grave. Los organizadores y los principales oradores son inculpados y en uno de los juicios más infamantes de la historia se condena a ocho de los detenidos de los cuales  cuatro de ellos (Spies, Fischer,Engel y Parson) fueron ahorcados el 11 de noviembre de 1887; Louis Lingg se suicida en prisión; Schwad y Fielden fueron condenados a prisión perpetua y  Neebe a 15 años de reclusión. Seis años más tarde el gobernador de Illinois decide revisar el proceso y se decreta la libertad sin condiciones de los detenidos y la pública rehabilitación de los ejecutados.

La Segunda Internacional se reúne en Congreso en Paris, en 1889, con ocasión del centenario de la “Toma de la Bastilla”. Los delegados norteamericanos entregan un conmovedor testimonio de los sucesos de mayo de 1886 y por unanimidad se adopta la resolución de apoyar la decisión de la Federación Americana del Trabajo que en su reunión de St. Louis eligió el 1° de mayo de 1890 como manifestación internacional para manifestarse mundialmente por la obtención de  las 8 horas de trabajo. El movimiento por las ocho horas logra finalmente su objetivo que se consagra por una resolución de la naciente Organización Internacional del Trabajo (OIT), a través del Convenio núm.1 adoptado el 28 de noviembre de 1919 en Washington.

Luego de este triunfo, la tradición continúa; el 1° de mayo se convierte en el mundo entero en el día internacional de los trabajadores, salvo en los Estados Unidos y Canadá en que la conmemoración se realiza el primer lunes de septiembre y se conoce como el Labor Day.

En este 1° de mayo los trabajadores chilenos tendrán muchas cosas que conmemorar, pero pocas cosas que celebrar. Como es sabido y con su acostumbrado  cinismo  la derecha chilena se ha autoproclamado como la defensora de los derechos de los trabajadores impugnando una débil Reforma Laboral propiciada por el Ejecutivo y aprobada por el Parlamento, recurriendo de queja ante el Tribunal Constitucional por considerar que  ella transgrede las normas de nuestra Carta Magna, fundamentalmente  en materias de Libertad Sindical.

Cuatro  parlamentarios de la derechista agrupación “Chile Vamos” han celebrado que el Tribunal Constitucional, en un ideológico fallo dividido,  les haya dado la razón en lo que se refiere a Titularidad Sindical y Extensión de beneficios, aspectos centrales y uno de los pocos puntos positivos de la reforma recientemente aprobada. En efecto, los senadores Andrés Allamand y Hernán Larrain, más los diputados Nicolás Monckeberg de R.N. y Patricio Melero de la UDI, con enormes muestras de satisfacción en sus rostros han declarado ante el conjunto de los medios de comunicación de nuestro país que el fallo mencionado significa un triunfo para la democracia, para los trabajadores y para la libertad sindical.

No nos pronunciaremos aún sobre este polémico y arbitrario fallo pues hasta ahora el tribunal Constitucional no ha dado a conocer sus fundamentos. No obstante, no podemos dejar de interrogarnos acerca de una arbitraria declaración de inconstitucionalidad en un país que ha ratificado convenios fundamentales de la OIT que consagran los derechos de los trabajadores a afiliarse en sindicatos para que los representen, para negociar colectivamente y para ejercer el derecho de huelga. En un país que ha conocido múltiples llamados de atención de los órganos de control de la OIT por no respetar esos convenios fundamentales. No está de más recordar que en el pasado diversos países de América Central fueron unánimemente condenados internacionalmente por permitir la emergencia del llamado Solidarismo, movimiento propiciado y alimentado por los empleadores centroamericanos como una alternativa a un sindicalismo que consideraban lesivos para sus intereses, muy similar a lo que  pretenden los empresarios chilenos con los Grupos Negociadores.

Ha llamado la atención que parlamentarios como los aludidos y otros que con gran cinismo han celebrado el arbitrario fallo y que en el pasado apoyaron una de las más sangrientas dictaduras militares del continente, se proclamen hoy defensores de los derechos de los trabajadores. Nada dijeron cuando nuestro criollo sátrapa asesinaba a sindicalistas, suprimía las legítimas organizaciones de los trabajadores chilenos, encarcelaba y torturaba a sus máximos representantes y aniquilaba las históricas conquistas sindicales sustituyéndolas por un Plan Laboral adecuado a la protección de los empresarios y del gran capital. ¿Por qué no sacaron entonces su voz de pregoneros de los derechos de los trabajadores y de defensores de la libertad?  ¿Habrán defendido esos derechos  los senadores Larraín y Allamand cuando se encarcelaba y torturaba  a Manuel Bustos a María Rozas a Arturo Martínez o  cuando  asesinaron a Nicolás López, a Juan Gianelli, a Tucapel Jiménez o  a los dirigentes de la antigua CUT o cuando se reprimía al Comando Nacional de Trabajadores, a la Coordinadora Nacional Sindical, a los Trabajadores del Cobre? Por cierto que nada dijeron y nada dirían si esos terribles hechos volvieran a ocurrir, porque ellos defienden sus intereses que son los de los grandes empresarios, de los que se coluden, de los que explotan, de los que se han apropiado del país y de sus riquezas. Es ese poder económico el que los ha puesto donde están para que sirvan sus intereses con fidelidad y se opongan a cualquier intento, aunque sea mínimo, que persiga avanzar en equidad y justicia social.

Por esto es que en este 1° de mayo los trabajadores chilenos no tendrán mucho que celebrar, pero tal vez sí mucho que lamentar; entre otras cosas,  el no haber sido más combativos, el no haber tenido más independencia de los partidos políticos y el  no haber propiciado desde un comienzo, desde muy temprano, una amplia estrategia de movilización y de comunicación  por cambios sustantivos que incluyesen amén de lo laboral, una verdadera reforma constitucional a través de un democrático proceso constituyente.

Aún estamos a tiempo.

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Este artículo fue publicado el día 1 de mayo de 2016 en el análisis semanal núm. 672 de la Revista electrónica Primera Piedra.

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lunes, 21 de marzo de 2016

Reforma laboral: la mala memoria


                   


                                                                                  


El 10 de marzo recién pasado, el Senado culminó la discusión del proyecto de Reforma Laboral aprobando la mayoría de los articulados presentados por el gobierno. Sin embargo y más allá de algunos  progresos que este proyecto contiene  hasta el momento en relación con el Plan Laboral aún vigente, este segundo trámite constitucional castigó una vez más a los trabajadores chilenos al rechazar la negociación obligatoria interempresa y sus mecanismos gracias a los votos de la derecha,  más el de cuatro senadores  DC y un independiente. De igual manera y siguiendo el manoseado argumento que ha imperado desde el término de la dictadura del “sí, pero no” cuando se trata de profundizar la democracia, se votó el artículo 347 que reconoce la huelga como un derecho colectivo de los trabajadores  y el no reemplazo de los trabajadores que ejercen ese derecho, pero acto seguido le otorgaron  la potestad al empleador para que modifique turnos, horarios , realice  cambios y las “adecuaciones necesarias” que estime conveniente, disminuyendo notoriamente la eficacidad de la huelga y vaciándola de su contenido.

El Senado de la República al rechazar los articulados mencionados no solo va en contra de las legítimas aspiraciones de los trabajadores, sino que se ha pronunciado de manera opuesta a los principios de Libertad Sindical de la OIT; ha ido contra lo que  sostiene la doctrina en estas materias  y se ha opuesto además a otro poder autónomo del Estado como la Corte Suprema la que a través de sus reiterados fallos ratifica  los principios de libertad sindical, de negociación colectiva y reconoce que el derecho de huelga forma parte de los derechos humanos fundamentales.

La Reforma Laboral pasa ahora a su tercer trámite constitucional. La Cámara de diputados deberá pronunciarse y muy probablemente será la Comisión Mixta quien dirá la última palabra. En el intertanto la CUT realizó un paro nacional  y una concentración el 22 de marzo, los senadores de la derecha amenazan con recurrir al Tribunal constitucional y la Nueva Mayoría sufre un quiebre por la postura abiertamente anti sindical de los senadores DC, al haber votado y mantenido las mismas posiciones en estas materias que los sectores más retrógrados y conservadores del hemiciclo.

Es más, el país entero pudo apreciar el triste papel jugado por el entonces Presidente del Senado Patricio Walker quien  hizo desalojar, manu militari, las tribunas donde se encontraban los más altos dirigentes de la CUT, su Presidenta Bárbara Figueroa y numerosos sindicalistas de su partido, entre ellos su Vicepresidente Nolberto Díaz.

¡Qué mala memoria tienen esos pater conscripti que se aliaron en votos con lo más despreciable del pinochetismo! ¡Cómo se han olvidado de las luchas de los trabajadores por derrocar a la dictadura! ¡Cómo les ha fallado la memoria al no recordar la prisión, las torturas, la humillación, el exilio de tantos sindicalistas entre los que se contaban sus propios correligionarios como Manuel Bustos, María Rozas , Juan M. Sepúlveda, Rodolfo Seguel y la de otros sindicalistas de diversas corrientes de opinión como Clotario Blest, Lucho Figueroa, Nicolás López, Arturo Martínez, Tucapel Jiménez, Alamiro Guzmán y muchos más  que arriesgando sus vidas lucharon por la democracia y la libertad reconstituyendo el movimiento sindical en plena dictadura y haciendo oír la voz de la Coordinadora Nacional Sindical, de la CTC, de la ANEF, de los profesores, de los gráficos, de los petroleros, de los molineros, de los panificadores, de los textiles, de los metalúrgicos, etc.

¿Se recordarán sus señorías del boicot internacional anunciado por la ORIT y la AFL-CIO que hizo temblar a la dictadura?

¿Recordarán el episodio del viaje de Pinochet a Filipinas, el 23 de  marzo de 1980, para visitar al dictador Marcos y que por la presión de las centrales sindicales de su país y de la muy eficaz intervención de George Meany, Presidente de la AFL-CIO; de Otto Kerstein, secretario general de la CIOSL; de Dan Gallin, secretario general de la UITA , hizo que su visita fuese cancelada por indeseable y que el avión tuviese que aterrizar forzadamente en el aeropuerto de Nandú, Islas Fidji.? En ese mismo lugar  el dirigente sindical Bonifacio Topaz le tenía preparada una masiva huelga, los retuvo sin abastecimientos ni aire acondicionado en el avión y  se les permitió bajar solo después de “haber sido fumigados como vulgares mosquitos”, según cuenta El Mercurio en su edición del martes 25 de marzo de 1980 en la que además relata el episodio de los huevos que  les lanzaron al descender del avión, catalogando  a este viaje como una ofensa diplomática sin precedentes en la historia diplomática de Chile.

Estos son solamente algunos de los múltiples ejemplos  que muestran la enorme actividad desplegada por los sindicalistas chilenos para aislar a la dictadura, precipitar su caída y restablecer las libertades, incluidos los derechos laborales. Todo ello costó muy caro y Pinochet pasó una sangrienta cuenta como el asesinato de Tucapel Jiménez, la nunca aclarada muerte del dirigente panificador Luis Gutiérrez, las atrocidades infligidas a María Rozas, la prisión y relegación de Manuel Bustos y Arturo Martínez, la pérdida de la nacionalidad de Luis Meneses y Humberto Elgueta, la persecución, con la complicidad de otras dictaduras, a sindicalistas a través de la Operación Cóndor y el castigo a otros dirigentes con un exilio indefinido.

 Pueda ser que nuestros parlamentarios recuperen su memoria en honor a los trabajadores que lucharon por la libertad y la democracia, gracias a la cual los hermanos Walkers, Andrés Zaldivar  y Manuel Antonio Matta pueden ejercer sus derechos, aunque sean contrarios a los intereses de los trabajadores.
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Este artículo fue publicado por la Revista Primera Piedra en su número 667, del 27 de marzo de 2016.

 

 

 

 

 

 

domingo, 28 de febrero de 2016

Chile: ¿Un barco a la deriva?


                                            

                                                                                                                          


                                                                                                                                                     Últimamente en Chile los veranos suelen ser catastróficos: temblores de fuerte intensidad, incendios, bosques arrasados, inundaciones, salidas de mar, olas gigantescas y desde hace algún tiempo tormentas políticas de proporciones derivadas de una serie de escándalos de corrupción por financiamientos ilegales a la política, sobornos, cohechos, tráficos de influencias, colusiones y fraudes al fisco. Estos delitos que  han sido desde un comienzo y en una fuerte proporción cometidos por la derecha chilena, con el correr del tiempo se han transversalizados, afectando a figuras del centro, de la izquierda, incluyendo  a la nuera y al hijo de la Presidenta de la República.


Los costos pagados han sido igualmente significativos; pues unido al deterioro de nuestra imagen como país, a la indignación  y a la burla, se ha aumentado, como lo muestran todas las encuestas, la desafección ciudadana hacia la política y el desprecio y la desconfianza  hacia los poderes del estado.

Tal vez el mayor costo lo esté pagando la Presidenta Bachelet al no haber reaccionado prestamente, con claridad y con firmeza apenas tuvo conocimiento de los hechos que involucraban a su familia. Todo el capital político acumulado por la primera mujer en la historia de Chile que es elegida Presidente de la República y su altísimo porcentaje de popularidad (80%) con el que finaliza su primer mandato, ahora  se desmorona y no logra superar el 27% de aprobación según CADEM.

La importante acción gubernamental tendente a disminuir la altísima desigualdad, a través de la reforma tributaria y educacional se minimiza en medio de los escándalos y de una ofensiva de una derecha cínica, impúdica y corrupta. Lo mismo ocurre  con otras sustantivas iniciativas  aprobadas o en discusión como la ley de Acuerdo de Unión Civil, el fin del sistema electoral binominal por uno de carácter proporcional inclusivo, el proyecto de despenalización del aborto, la Agenda de Probidad y Transparencia, además de otros proyectos entre los que se destaca la  esperada y tímida Reforma Laboral saboteada desde hace dos años  por la derecha, por los empresarios y por los democratacristianos cercanos al empresariado.

¿Es la Presidenta la única culpable de esta debacle política? Sin lugar a dudas la Presidenta tiene una cuota de responsabilidad no menor por lo ya enunciado y por la tardanza en la toma de decisiones importantes como lo que ha ocurrido con el caso Caval y últimamente con el del renunciado administrador Riquelme; con sus indecisiones frente a la necesaria Reforma Constitucional a través de una Asamblea constituyente  y con su vacilante postura ante la Reforma Laboral, rayana en la indiferencia.

Sin embargo, hay también otros actores que contribuyen día a día al deterioro del ambiente político en nuestro país. Ya hemos mencionado a la derecha que intenta por todos los medios blanquear  su pasado y minimizar  sus latrocinios  escudándose en los ilícitos cometidos por personajes de la izquierda o de la nueva mayoría o en las debilidades, cada vez más fuertes, de conducción, de gestión y de comunicación del gobierno. A ello hay que sumar a los asesores y asesoras del segundo piso de la Moneda que han demostrado una supina  incompetencia en sus materias; al equipo ministerial que con sus contradicciones, debilidades, verdades a medias como en el caso del aumento de los pasajes en el Metro o las inconexas declaraciones sobre la no publicación de los bienes de los funcionarios públicos, además de las continuas faltas de rigor político, dan una imagen poco convincente del manejo de la cosa pública.

El gran empresariado ha sido la prima donna de esta tormentosa ópera. Ha sido ese empresariado el que ha financiado ilícitamente a la política y el principal protagonista de los actos de corrupción. Han sido ellos los que han entregado dinero a parlamentarios para que apoyen o propicien leyes favorables a sus intereses; el gran empresariado es el que se ha coludido para aumentar sus ganancias en detrimento de la los consumidores y quienes han cometido delitos de fraude fiscal. Es ese empresariado el más ferviente opositor a las reformas de la Nueva Mayoría y son ellos, los más furibundos detractores de la Reforma laboral. Ya en el pasado, al igual que sus aliados de derecha, se ilustraron con la mentira y no titubearon ni un segundo en propiciar un golpe militar contra la democracia, instaurando una dictadura feroz y servil a sus intereses mercantiles.

Los partidos integrantes de la Nueva Mayoría han igualmente contribuido a la debacle. La Democracia Cristiana, soporte importante y elemento esencial para la gobernabilidad, no solo ha conocido casos de  militantes involucrados directa o indirectamente en actividades de financiamiento ilícito, sino que además ha mostrado públicamente sus contradicciones internas. Un influyente sector  de la colectividad se ha organizado internamente desarrollando una feroz oposición a algunos significativos temas del programa del gobierno del que forman parte. Me refiero a sus posiciones contra la despenalización del aborto en las tres causales enunciadas, al asumir  la defensa de  intereses empresariales en materias de educación y al cuestionar  los aspectos más fundamentales para los trabajadores del proyecto de reforma laboral, el que sin embargo  es defendido, entre otros, por el combativo sindicalista, militante DC y Vicepresidente de la CUT Nolberto Diaz. De igual forma los ataques contra el Partido Comunista han aumentado, cuestionando al mismo tiempo importantes  iniciativas propiciadas por sus aliados de coalición, como la abolición de la Ley de Pesca y lo que ya mencionamos respecto al aborto.Todo ello ha creado tensiones internas y ciertamente debilitan al conglomerado. 

Los otros partidos de gobierno han tenido reacciones similares, defendiendo lo indefendible, buscando fórmulas para perpetuar a una elite de dirigentes como ha sido el caso del Partido Socialista que, más allá de las resoluciones de su último Congreso, con su silencio e inacción a protegido irregularidades; no ha sancionado a militantes que han aparecido involucrados directa o indirectamente en asuntos de financiamiento irregular o en cuestiones de tráfico de influencia. Tampoco se han pronunciado sobre  militantes que en su accionar público han solidarizado con  personeros de derecha imputados por corrupción. Lo mismo se puede decir del resto de los  integrantes de la Nueva Mayoría.

Por si lo anterior fuese poco, personeros de la Nueva Mayoría  desataron muy anticipadamente  la carrera presidencial creando más tensiones a las ya existentes, para regocijo de la derecha y dejando en evidencia la falta de nuevos  liderazgos y de recambio generacional.

El PPD proclamó de manera solemne a Ricardo Lagos Escobar, ex Presidente cuyos méritos y excelencias  son incontestables, pero proclamado prematuramente en un momento complejo para la política nacional y con asuntos prioritarios por atender. Esta proclama ha sido fuertemente respaldada por el senador Andrés Zaldívar quien presuroso por lavar su pasado de actor importante en la campaña del terror contra el Presidente Salvador Allende, promoviendo una de las mayores corridas bancarias en la historia de Chile cuando fue  Ministro de Hacienda de Eduardo Frei Montalva, aparece ahora como predicador del diálogo, de la paz social y adhiere igualmente a la candidatura de Lagos, creando confusión, protesta  y estupor  en el seno de su tienda política.

Los socialistas han hecho presente que disponen de tres personajes  socialistas susceptibles de ocupar el sillón presidencial: Isabel Allende, Ricardo Lagos y José Miguel Insulza. Los tres son personajes históricos  y que de manera muy  directa han sido marcados por la figura de Pinochet.

Isabel Allende, hija del Presidente asesinado por el dictador, sufrió junto a su familia persecución, humillaciones y exilio. Isabel se incorporó valientemente a la lucha contra la dictadura y, en democracia, se ganó  un espacio en la política chilena y en el socialismo, manteniendo muy vigente el apellido de su padre.

Ricardo Lagos se ilustró con coraje en la lucha contra la dictadura; sufrió la cárcel, el exilio y el mundo aún recuerda su dedo acusador enrostrando a Pinochet en el programa de televisión que conducía Raquel Correa. Su gestión presidencial fue bastante  apreciada igualmente por la derecha y por el gran empresariado.

José Miguel Insulza, exiliado durante la dictadura, ha sido un político inteligente, hábil y astuto, sus convicciones lo han hecho derivar de la Democracia Cristiana al Mapu y luego al Partido Socialista. Como servidor del Estado en los Ministerios de Relaciones Exteriores y del Interior demostró una excelente capacidad de conducción, de gestión y de habilidad política manteniendo un diálogo y un entendimiento con la derecha, con los militares y con el empresariado. Logró, en un complejo momento, el apoyo de Pablo Longueira y de la derecha para resolver asuntos de sustantiva importancia para la gobernabilidad como fue el llamado caso MOP-Gate. Pero sobretodo Insulza es recordado tanto por la derecha como por la izquierda y por la comunidad internacional, por haber sido una de las piezas clave  para el regreso del dictador a Chile. La decisión socialista aún no está tomada, pero ya la batalla ha comenzado. Camilo Escalona abrió los fuegos, apoyando a Ricardo Lagos y restándole méritos a Isabel Allende, con las consecuencias que se pueden imaginar.

La figura del ahora Agente chileno ante La Haya ha despertado nuevamente fuertes críticas en el seno de la izquierda, del socialismo y de la ciudadanía, al haber, en cierto modo, justificado  públicamente y   en abierta contraposición a las resoluciones sobre probidad y transparencia del reciente Congreso Socialista,  los actos ilícitos cometidos por la “clase política”, término que igualmente Insulza refuta y al  haber cuestionado que la ciudadanía se pronuncie contra los políticos imputados y recluidos, además de entregar un apoyo solidario a Pablo Longueira; el mismo personaje que hoy es examinado por la justicia    por actos de corrupción y   que confesara  públicamente, hace algún tiempo, haber sostenido conversaciones desde el más allá con el fallecido y asesinado senador por Santiago Jaime Guzmán quien, como se recordará, le ganó la senaduría a Ricardo Lagos gracias al sistema binominal, creado por él mismo, con un 17% ; mientras Lagos obtuvo más del 30% de la votación.

Fuera de las consideraciones mencionadas, es preciso señalar que los tres eventuales candidatos son personajes que durante los últimos 25 años en el largo período de transición a la democracia, se han caracterizados por haber desarrollado o propiciado un clima de cooperación política transversal, a través de los denominados consensos y por haber propiciado  la gradualidad de los cambios como forma de gobernabilidad. Consensos y gradualidades que han sido extremadamente positivos en un momento histórico particular, pero que hoy en día la ciudadanía considera  que es el momento de avanzar más decididamente en vías de una mayor igualdad y de una mayor justicia social, toda vez que con sus votos y propuestas han reclamado reformas sustantivas.

¿Lograremos encauzar este barco que en las aguas procelosas de este verano chileno se encuentra a la deriva? La Presidenta Bachelet podría  hacerlo, si tuviese la voluntad, con un fuerte golpe de timón dirigiendo la proa para que se escuche  más al Soberano y se avance con el cumplimiento del programa de gobierno; rectificando  los errores políticos cometidos asegurando una férrea y disciplinada unidad de la Nueva Mayoría; preconizando una  real penalización de los que han incurrido en escándalos de corrupción y con  un decidido avance en vías de asegurar tres emblemáticas reformas que corren serio peligro de naufragar como son la Reforma Constitucional, a través de una Asamblea Constituyente; la despenalización del aborto en sus tres causales y la Reforma Laboral. De esta manera se  podría evitar que, en un futuro ya  próximo, tengamos que lamentar una oportunidad perdida para el desarrollo democrático y que la herencia política sea algo más que desprecio ciudadano y  alimento para la farándula.
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Esta crónica fue publicada por la Revista Primera Piedra en su número 663 del 29-02-2016.