lunes, 21 de marzo de 2016

Reforma laboral: la mala memoria


                   


                                                                                  


El 10 de marzo recién pasado, el Senado culminó la discusión del proyecto de Reforma Laboral aprobando la mayoría de los articulados presentados por el gobierno. Sin embargo y más allá de algunos  progresos que este proyecto contiene  hasta el momento en relación con el Plan Laboral aún vigente, este segundo trámite constitucional castigó una vez más a los trabajadores chilenos al rechazar la negociación obligatoria interempresa y sus mecanismos gracias a los votos de la derecha,  más el de cuatro senadores  DC y un independiente. De igual manera y siguiendo el manoseado argumento que ha imperado desde el término de la dictadura del “sí, pero no” cuando se trata de profundizar la democracia, se votó el artículo 347 que reconoce la huelga como un derecho colectivo de los trabajadores  y el no reemplazo de los trabajadores que ejercen ese derecho, pero acto seguido le otorgaron  la potestad al empleador para que modifique turnos, horarios , realice  cambios y las “adecuaciones necesarias” que estime conveniente, disminuyendo notoriamente la eficacidad de la huelga y vaciándola de su contenido.

El Senado de la República al rechazar los articulados mencionados no solo va en contra de las legítimas aspiraciones de los trabajadores, sino que se ha pronunciado de manera opuesta a los principios de Libertad Sindical de la OIT; ha ido contra lo que  sostiene la doctrina en estas materias  y se ha opuesto además a otro poder autónomo del Estado como la Corte Suprema la que a través de sus reiterados fallos ratifica  los principios de libertad sindical, de negociación colectiva y reconoce que el derecho de huelga forma parte de los derechos humanos fundamentales.

La Reforma Laboral pasa ahora a su tercer trámite constitucional. La Cámara de diputados deberá pronunciarse y muy probablemente será la Comisión Mixta quien dirá la última palabra. En el intertanto la CUT realizó un paro nacional  y una concentración el 22 de marzo, los senadores de la derecha amenazan con recurrir al Tribunal constitucional y la Nueva Mayoría sufre un quiebre por la postura abiertamente anti sindical de los senadores DC, al haber votado y mantenido las mismas posiciones en estas materias que los sectores más retrógrados y conservadores del hemiciclo.

Es más, el país entero pudo apreciar el triste papel jugado por el entonces Presidente del Senado Patricio Walker quien  hizo desalojar, manu militari, las tribunas donde se encontraban los más altos dirigentes de la CUT, su Presidenta Bárbara Figueroa y numerosos sindicalistas de su partido, entre ellos su Vicepresidente Nolberto Díaz.

¡Qué mala memoria tienen esos pater conscripti que se aliaron en votos con lo más despreciable del pinochetismo! ¡Cómo se han olvidado de las luchas de los trabajadores por derrocar a la dictadura! ¡Cómo les ha fallado la memoria al no recordar la prisión, las torturas, la humillación, el exilio de tantos sindicalistas entre los que se contaban sus propios correligionarios como Manuel Bustos, María Rozas , Juan M. Sepúlveda, Rodolfo Seguel y la de otros sindicalistas de diversas corrientes de opinión como Clotario Blest, Lucho Figueroa, Nicolás López, Arturo Martínez, Tucapel Jiménez, Alamiro Guzmán y muchos más  que arriesgando sus vidas lucharon por la democracia y la libertad reconstituyendo el movimiento sindical en plena dictadura y haciendo oír la voz de la Coordinadora Nacional Sindical, de la CTC, de la ANEF, de los profesores, de los gráficos, de los petroleros, de los molineros, de los panificadores, de los textiles, de los metalúrgicos, etc.

¿Se recordarán sus señorías del boicot internacional anunciado por la ORIT y la AFL-CIO que hizo temblar a la dictadura?

¿Recordarán el episodio del viaje de Pinochet a Filipinas, el 23 de  marzo de 1980, para visitar al dictador Marcos y que por la presión de las centrales sindicales de su país y de la muy eficaz intervención de George Meany, Presidente de la AFL-CIO; de Otto Kerstein, secretario general de la CIOSL; de Dan Gallin, secretario general de la UITA , hizo que su visita fuese cancelada por indeseable y que el avión tuviese que aterrizar forzadamente en el aeropuerto de Nandú, Islas Fidji.? En ese mismo lugar  el dirigente sindical Bonifacio Topaz le tenía preparada una masiva huelga, los retuvo sin abastecimientos ni aire acondicionado en el avión y  se les permitió bajar solo después de “haber sido fumigados como vulgares mosquitos”, según cuenta El Mercurio en su edición del martes 25 de marzo de 1980 en la que además relata el episodio de los huevos que  les lanzaron al descender del avión, catalogando  a este viaje como una ofensa diplomática sin precedentes en la historia diplomática de Chile.

Estos son solamente algunos de los múltiples ejemplos  que muestran la enorme actividad desplegada por los sindicalistas chilenos para aislar a la dictadura, precipitar su caída y restablecer las libertades, incluidos los derechos laborales. Todo ello costó muy caro y Pinochet pasó una sangrienta cuenta como el asesinato de Tucapel Jiménez, la nunca aclarada muerte del dirigente panificador Luis Gutiérrez, las atrocidades infligidas a María Rozas, la prisión y relegación de Manuel Bustos y Arturo Martínez, la pérdida de la nacionalidad de Luis Meneses y Humberto Elgueta, la persecución, con la complicidad de otras dictaduras, a sindicalistas a través de la Operación Cóndor y el castigo a otros dirigentes con un exilio indefinido.

 Pueda ser que nuestros parlamentarios recuperen su memoria en honor a los trabajadores que lucharon por la libertad y la democracia, gracias a la cual los hermanos Walkers, Andrés Zaldivar  y Manuel Antonio Matta pueden ejercer sus derechos, aunque sean contrarios a los intereses de los trabajadores.
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Este artículo fue publicado por la Revista Primera Piedra en su número 667, del 27 de marzo de 2016.