Como una forma de despedida del verano, cada año se celebra el Festival Internacional de la Canción en el otrora elegante balneario de Viña del Mar. La actividad se desarrolla en la Quinta Vergara , recinto que antaño perteneció a José Francisco Vergara uno de los héroes de la Guerra del pacifico, además de hombre político, escritor y fundador de la ciudad.
Este importante y controvertido evento se empeña en presentar en cada temporada a alguna importante figura internacional de la canción. Por allí han pasado algunas celebridades como Celia Cruz, Plácido Domingo, Luis Miguel, Miguel Bossé, Andrea Bocelli, Elton John, Joan Manuel Serrat, Verónica Villarroel Enrique “Muñequita” Guzmán, Juan Luis Guerra, Ricky Martin, Camilo Sexto, Julio Iglesias entre otras muchas figuras relevantes, además de humoristas y de reputadas bandas musicales reconocidas internacionalmente.
Para el año 2024 los
organizadores del festival programaron la presentación de Peso Pluma, nombre
artístico de un joven cantante mexicano de música urbana que, con sus corridos
tumbados con mezcla de Pop, Rap, Reggaetón, hip-hop y diversos otros sonidos
alcanzó una espectacular popularidad a nivel latinoamericano e internacional,
con millones de seguidores y de visualizaciones en las redes sociales y en
diversos medios de comunicación. Entre los temas que lo catapultaron a la fama
se cuentan entre varios otros sus éxitos: “Ella baila sola”, “La bebé”, “PRC”,
“Con dinero baila el perro” y por cierto “El belicón”; estos tres últimos
narcocorridos desataron enormes discusiones, repudios y prohibiciones en
diversos países por su violencia y apología al mundo de la droga.
Chile no fue ajeno a estas
polémicas que trascendieron el ámbito musical para trasladarse a lo político y
a lo académico. Finalmente, frente al barullo desatado, fue el propio artista
que desistió presentarse en Viña del Mar.
Sin embargo, Peso Pluma no es el
primero que introduce el tema de la droga en las canciones, ni tampoco el
primero en promover la violencia marginal moderna. Desde la tradicional
Cucaracha que “no puede caminar porque no tiene, porque le falta marihuana que
fumar”, creada, adaptada y cantada por los seguidores de Pancho Villa durante
la revolución mexicana, en una alusión critica a Victoriano Huerta, quien fuera
de ser alcohólico y pro terrateniente era un gran consumidor de esa hierba,
hasta ritmos más modernos muchos de ellos, como el hip-hop, salidos de los
sectores marginales del Bronx e interpretados por conocidas figuras del ámbito
musical.
Relevantes artistas
internacionales se han referido al consumo de drogas como, por ejemplo , el
incomparable Juanes con su tema “Fíjate bien” , que se interpreta como una
advertencia a los peligros de la guerra y de las drogas, “Cocaine” de Eric
Clapton, Bob Dylan con su canción “Cocaine Blues”, “Golden Years “ de David
Bowie o la conocida canción de Rolling Stones “ Sister Morphine, entre muchos otros.
Y por cierto no podemos olvidar
la letra del maravilloso tango “Tiempos Viejos” con letra de Manuel Romero y
música del inolvidable Francisco Canaro que, en la primera nostálgica estrofa,
habla de Coca y de Morfina que eran las substancias y sus derivados más en boga
en aquellos años y su consumo en Latinoamérica, en ese entonces, reservado a
intelectuales, noctámbulos y a las capas medias y superiores.
“¿Te acordás, hermano? ¡Qué
tiempos aquéllos!
Eran otros hombres más hombres
los nuestros.
No se conocían cocó ni morfina…”
A diferencia de los artistas
mencionados anteriormente que advierten de los peligros del consumo de drogas y
sus efectos perversos en la juventud, Peso Pluma emerge con sus apológicos
corridos tumbados exaltando la violencia, el consumo de ilícitos y el machismo
en un momento de gran expansión y consumo de drogas en América Latina
aparejado de un fuerte incremento de la
violencia y de la delincuencia.
Es la juventud, junto a niños y
adolescentes pertenecientes a sectores populares o de capas medias los que son más
afectados, pero el flagelo abarca también a gente de más edad y de sectores
sociales diversos, sin olvidar la clase política que en muchos casos fomenta y
actúa acorde con los narcotraficantes.
Emulando y tergiversando a
“Conversación en la Catedral” de Vargas Llosa, podríamos preguntarnos: ¿cuándo
se jodíô Latinoamérica con el consumo y el tráfico de drogas?
El fenómeno es mundial y antiguo.
Para no remontar demasiado lejos, hay que recordar que el siglo 19 había sido
el escenario de las famosas guerras del opio en que fundamentalmente los
británicos con el apoyo de holandeses, franceses, portugueses, norteamericanos
y rusos obligan a China a legalizar el comercio del opio, despenalizar su
consumo y abrir sus fronteras para expandir las transacciones del producto en
beneficio de Inglaterra y de sus aliados comerciales. Además, con el objeto
de facilitar la transferencia de los
recursos generados, los ingleses, crean instituciones bancarias que hasta hoy subsisten.
Paralelamente, a través de tratados específicos, se le expropió a China
importantes territorios.
Posteriormente, los siglos 20 y
21 serán los de la fuerte expansión del comercio y del consumo de droga y sus
derivados, enfrentándose el continente a los problemas típicos del
subdesarrollo en que las preocupaciones se centraban en políticas de crecimiento
para disminuir la enorme pobreza y solucionar demandas urgentes en materias de
empleo, salarios, salud, educación y vivienda entre otras. Si bien, tal como lo
señala el tango ya hay preocupación a inicios del siglo 20, el consumo de
ilícitos, estaba radicado, como lo dijimos, en determinadas categorías sociales o
intelectuales que, con el argumento de la creatividad, justificaban el consumo
de marihuana o de LSD. En los sectores pobres el consumo de alcohol y tabaco
era el flagelo preocupante junto al neoprén aspirado por niños y adolescentes.
A partir de los años 1970 debido
al fuerte incremento del consumo de drogas en Europa y los Estados Unidos, las
organizaciones criminales se organizan como carteles en América Latina,
dominando la producción, comercialización y diversificación de las diversas
drogas hacia los Estados Unidos, Europa, América Latina y otras regiones del
orbe. Hay que precisar, sin embargo, que a inicios de siglo ya se habían
iniciado de manera importante en algunos de estos oficios México, Colombia y en
menor escala Perú y Bolivia. América latina, según informa la CEPAL, se convierte
a partir de esos años en el mayor productor de hoja de coca, pasta base,
cocaína y compite aceleradamente en la producción de marihuana, amapola, opio,
morfina y derivados.
El consumo aumenta
considerablemente en la juventud y en los sectores sociales más vulnerables que
no solo se contentan con la conocida marihuana, sino que se procuran cocaína,
crack y pasta base delinquiendo para procurarse los recursos necesarios. Ello
genera violencia, inseguridad, afectando al desarrollo económico, a la
inversión y deriva paulatinamente hacia formas autoritarias de gobierno.
La pobreza, la exclusión social,
la falta de oportunidades, los déficits democráticos, la corrupción, la
debilidad de las instituciones y la enorme desigualdad existente son algunos de
los factores que contribuyen poderosamente al incremento de la producción, al
comercio y al consumo de drogas. Recordemos que América Latina es el continente
más desigual del mundo, encabezado por Chile, según el índice de Gini y que la
corrupción a penetrado en la política continental con varios presidentes, ex
ministros, militares de alto rango, parlamentarios, alcaldes etc., encarcelados
en los Estados Unidos o en sus propios países.
¿Necesitaba entonces Chile y
América Latina la presentación de un artista promotor de las drogas, de la
violencia, del dinero fácil y del atropello a la mujer? ¿Era necesario que un
Municipio liderado por la izquierda junto a los más importantes canales de
televisión, propiedad de conspicuos empresarios hayan preconizado esta
presentación? Afortunadamente, el propio cantante suspendió su actuación debido
a la indignación y a la fuerte polémica suscitada, dejándonos la tranquilidad
para recordar “Tiempos Viejos” y a la rubia Mireya.
Paris, marzo 2024.
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