jueves, 26 de septiembre de 2024

FOTOGRAFIAS TESTIMONIALES

 

El 19 de agosto recién pasado se celebró el día mundial de la fotografía. A la cabeza de esta iniciativa, que se concretizó en 1997, estuvieron tres personalidades ligadas al mundo de la imagen: John Morzen, Om Prakash Sharma y fundamentalmente el fotógrafo de nacionalidad australiana Korske Ara.

A los tres los guiaba el objetivo de conmemorar el invento del daguerrotipo, obra del francés Louis Daguerre que lo presentó el 19 de agosto de 1839 a la Academia de Ciencias francesa y de aprovechar esta conmemoración para hacer una contribución solidaria hacia las personas necesitadas con el apoyo de fotógrafos profesionales y aficionados del mundo entero.

Hay que precisar que Daguerre para su invención se apoyó en los trabajos de otro francés, Joseph Nicéphore Niépce, quien le dio, poco antes de morir, su acuerdo para utilizar sus experimentaciones sobre la fijación de imágenes, las que había concretado en 1824 a través de la cámara oscura.

El daguerrotipo que daría muy rápidamente inicio a la fotografía moderna, permitió la captura y fijación de las imágenes en una superficie de plata, sin negativos, a través de procedimientos químicos que mezclaban mercurio, plata y vapores de yodo.

Aunque la historia de la fotografía no comienza con Niépce ni con Daguerre, pues desde el siglo IV antes de Cristo ya se habían realizado algunos incipientes experimentos que evolucionarían con fuerza en los siglos posteriores, particularmente en el Renacimiento. El mérito de los dos franceses es haber logrado concretizar una nítida fijación de las imágenes captadas. Ellas serán fieles testimonio de la evolución de la sociedad, de momentos pasados, de recuerdos nostálgicos alegres, a veces tristes y en muchos casos de condiciones de vida difíciles, del horror, de la crueldad, de la bajeza humana, de la traición, de la valentía.

Esas imágenes fotográficas además tendrán por si solas el mérito de despertar la curiosidad, de motivar la reflexión,la investigación, de imaginar situaciones, de servir de apoyo para construir la historia, para condenar o para teorizar como hasta el momento lo había hecho y lo sigue haciendo la pintura a través de maravillosas obras de arte. Pienso por ejemplo en las pinturas o grabados rupestres o en otras más recientes como “La pareja de zapatos de Van Gohg” a través de la cual el políticamente controvertido Martin Heidegger desarrolla en El Origen de la Obra de Arte, incluida en “Caminos que no conducen a nada”, su teoría de la reproducción de la esencia de las cosas.

La fotografía nos permite introducirnos en los instantes específicos en que las imágenes fueron captadas y nos orienta por un camino en vías de conocer la verdad o parte de ella en un momento histórico determinado. Los ejemplos sobran. Nunca habrá unanimidad sobre las fotos que han producido mayor impacto. Hay de toda evidencia un correlato con el pensamiento, con la sensibilidad del espectador, con sus vivencias y sentimientos personales.

Así como al mirar las fotografías guardadas en álbumes familiares nos invaden emociones y recuerdos; otras nos conmueven, nos producen asombro, indignación o sentimientos diversos. ¿Quién no habrá reaccionado al mirar “Almuerzo en la cúspide de un rascacielos", captada en 1932 por el fotógrafo Charles C. Ebbets durante la construcción del Comcast Building en el Rockefeller Center de Nueva York? Fuera del vértigo producido por la imagen de los 11 obreros de la construcción almorzando despreocupadamente sentados en una viga de cemento cercana a los doscientos metros de altura, la foto nos hace reflexionar sobre el coraje de esos trabajadores y la total carencia de protección y de medidas de seguridad en un país, ya potencia mundial a pesar de la gran crisis económica en el que estaba aún inmerso.

¿Habrá pensado ese maravilloso fotógrafo cubano llamado Alberto Díaz Gutiérrez, universalmente conocido como Alberto Korda, que su foto que captó el rostro de Ernesto “Che” Guevara con su mirada hacia la lejanía con una mezcla de decisión, de fuerza, de dolor, de tristeza y sus cabellos largos apenas cubiertos por una boina negra con su estrella de cinco puntas, se convertiría en una o tal vez la más famosa del mundo?

¿Imaginaría Korda que esa mirada del Che, inmortalizada con su Leica ese día 5 de marzo de 1960 cuando Guevara asistía al funeral de las casi 100 víctimas del atentado terrorista al barco La Coubre perpetrado, según Fidel Castro por la CIA, se convertiría en un ícono de la revolución, de la rebeldía y que los millones de posters impresos por el editor Feltrinelli se los disputarían las juventudes del mundo entero al igual que las camisetas estampadas con el rostro del guerrillero heroico?

Impacta y nos invade la admiración por el coraje demostrado por Fortino Sámano instantes antes de ser fusilado el 2 de marzo de 1917 en plena revolución mexicana. Sámano era   capitán del Ejército constitucionalista de Venustiano Carranza y fue condenado injustamente a morir por una falsa acusación de robo a una anciana. El maravilloso fotógrafo mexicano Agustín Víctor Casasola lo captó en aquel preciso momento en que, con su delgada silueta apoyado contra un muro de ladrillos, las manos en los bolsillos de su pantalón, sin venda en sus ojos, con su sombrero hacia atrás, mira desafiante al pelotón de fusilamiento apretando un puro entre sus dientes lo que le dibuja una sonrisa en la que se confunden la ironía y el desprecio.

Los horrores de la guerra fueron captados por importantes cantidades de fotógrafos del mundo entero. Pero sin lugar a dudas una imagen muy impactante y que desató las iras de la comunidad internacional fue la de la niña corriendo desnuda en primer plano junto a otros menores, con su boca abierta en un grito desesperado de dolor, de terror y de angustia. Se trataba de Fan Tha Kim Phuc, una niña de 9 años con su espalda y brazo quemado por el napalm luego de un bombardeo americano a su aldea de Trang Bang el 8 de junio de 1972 en plena guerra de Vietnam.

La fotografía fue tomada por el americano de origen vietnamita Nick UT de la Agencia Associated Press, quien luego de captar la imagen, la socorrió de inmediato transportándola a un hospital, logrando salvarle la vida debido a su rápida y heroica intervención.

La foto que le valió el premio Pulitzer y otros importantes reconocimientos produjo indignación y repudio en todo el mundo contra la intervención norteamericana en Vietnam y contribuyó al término de la guerra, a pesar de los inútiles esfuerzos de Richard Nixon por desmentir la veracidad de la imagen.

Fan Tha Kim Phur logró sobrevivir y curarse de sus heridas y de los dolores físicos y mentales de esa horrible experiencia. Logró rehacer su vida, estableciéndose finalmente en Canadá.

Hablando de horrores, los del holocausto nazi contra el pueblo judío han sido mundialmente conocidos y en ello ha igualmente jugado un rol significativo el testimonio que han dejado las imágenes de los campos de concentración, de las víctimas, de los asesinos. Gracias al coraje de los fotógrafos españoles Francisco Boix y Antonio García que a riesgo de sus vidas lograron ocultar miles de clichés se pudo conocer parte de las atrocidades que ocurrían en ese recinto, de los responsables y de los jerarcas nazis que allí acudieron como Heinrich Himmler y Adolf Eichman entre muchos otros.  Sus imágenes sirvieron como pruebas irrefutables en los juicios de Nuremberg y de Dachau permitiendo además la inculpación de Ernst Kaltenbrunner y de Albert Speer.

El fotógrafo polaco Wilhelm Brasse y su camarada de cautiverio en Auschwitz, Bronisław Jureczek, lograron rescatar alrededor de 40.000 ( cuarenta mil) fotografías de prisioneros y de altas autoridades nazis, además de imágenes de las atroces experimentaciones realizadas por Mengele y sus adjuntos. Todas ellas fueron utilizadas como testimonios probatorios en los diferentes juicios por crímenes cometidos por el nazismo.

El intrépido fotógrafo holandés Chas Gerretsen contribuyó enormemente con los miles de fotografías que realizó en Chile entre 1973 y 1974, a mostrar el traumático desenlace de la revolución democrática encabezada por el presidente constitucional Salvador Allende y el sangriento golpe de estado propiciado por los militares y por la derecha política.

Gracias a sus imágenes quedó para la posteridad el liderazgo de Allende, su figura carismática dirigiéndose al pueblo, el incendio del palacio presidencial, los prisioneros maniatados en el suelo en espera de ser acribillados por las balas militares o arrollados por un amenazante tanque. Y, particularmente, la fotografía que recorrió el mundo entero: el retrato de Augusto Pinochet en el tedeum del 19 de septiembre en la iglesia de La Gratitud Nacional. Retrato que muestra su rostro adusto, patibulario, con oscuros lentes que apenas disimulan su mirada traicionera y asesina.

Es casi imposible contar los millones de imágenes captadas por los fotógrafos desde la invención del daguerrotipo hasta nuestros días. Lo que sin embargo queda claro es que además de los pocos ejemplos que hemos dado, todas ellas han contribuido a                        que se conozca la historia y en muchos casos a cambiar el mundo.

Agosto 2024.

 

miércoles, 11 de septiembre de 2024

HACE 51 AÑOS. (1)

 El tiempo pasa a ritmos diversos de acuerdo a las vivencias de cada individuo, pero la memoria conserva de manera intacta aquellos sucesos que marcaron y que convulsionaron profundamente la vida de las personas.

Creo que ha sido el caso de quienes fuimos de alguna manera protagonistas principales o secundarios de esa singular experiencia de cambio social con democracia y participación ciudadana, que condujo durante mil y un días el presidente Salvador Allende y que culmina con el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.

Aunque hayan pasado 51 años en nuestra memoria aún están nítidos los acontecimientos de esa fecha y las crueldades, asesinatos, desapariciones, torturas, exilio y violaciones a los derechos de las personas y de la dignidad humana que con más o menos intensidad se prolongaron durante poco más de 16 años hasta el retorno a la democracia.

Igualmente están presentes los cambios que la dictadura militar apoyada por civiles y por los Estados Unidos produjo en la sociedad chilena imponiendo un estado totalitario, anti democrático e individualista; antítesis de una antigua tradición republicana, solidaria y tolerante.

Perduran aun las imágenes de los prisioneros de La Moneda tirados boca abajo y maltratados por soldados cuyo uniforme evoca la vestimenta de las tropas nazis. Aun impacta la terrorífica figura del dictador Pinochet con sus lentes negros y su cara patibularia inmortalizada por el fotógrafo de la agencia Gramma, el holandés Chas Gerretsen, luego del tedeum efectuado el 19 de setiembre de 1973 en honor a las Glorias del Ejército en la Iglesia de la Gratitud Nacional; como si la felonía y la traición fuesen una gloria. Tedeum al que asistieron sin vergüenza alguna el ex presidente Gabriel González Videla, quien dejó  para la posteridad su figura de bailador de conga, de perseguidor de secretarias por los pasillos de la Moneda y su traición a sus aliados comunistas; el también ex presidente conservador en lo político y menos en su vida personal Jorge Alessandri y el más presentable de todos aunque también aliado del golpismo el demócrata Cristiano Eduardo Frei Montalva, padre de un futuro presidente  quien cometió un pecadillo de juventud al  hacer pequeñas donaciones salariales para la reconstrucción nacional al igual que muchas  familias que  ofrendaron ostentosamente joyas para “comprometerse con Chile” y que hasta  hoy  nadie se ha preguntado en que dedos y gargantas de ex militares o sus esposas se encuentran.

Presente en la memoria está también el exilio del que muchos sufrimos, el desarraigo y la voluntad por insertarse en las diferentes sociedades y por continuar la lucha por la democracia. Lucha que le costó la vida al General Prat, al ex ministro de Salvador Allende Orlando Letelier junto a los intentos de asesinato a Bernardo Leighton, a su esposa y a Carlos Altamirano entre muchos otros atentados en el marco de la Operación Condor, organización terrorista que contó con la complicidad y el beneplácito de las dictaduras latinoamericanas y de la CIA.

Muchos exiliados fuimos objeto de persecución por denunciar las atrocidades del régimen y por propiciar la democracia. En Argentina con la complicidad de la mano larga de la DINA se nos persiguió, torturó y encarceló junto a nuestras esposas, dejando a nuestros hijos pequeños solos y desvalidos peligrando ser raptados por familias de militares. Hasta el último suspiro de agonía de la dictadura se nos prohibió el ingreso al territorio nacional. Se nos negó el derecho a pasaportes y cuando se pudieron obtener, esos documentos fueron marcados con una letra “L “que indicaba que estábamos en las listas de los aborrecidos.

Una vez recuperada la democracia y aunque la alegría no haya sido del todo como se esperaba, los chilenos pudieron tomar conciencia de lo que fueron esos años de terror, de miedo, de intolerancia. Los medios de comunicación jugaron un rol fundamental en ello, al igual que los testimonios de las victimas expresados en las diversas Comisiones por establecer la verdad y la reconciliación, como el informe Rettig publicado en 1991. Fueron también de la máxima importancia las diversas  investigaciones periodísticas y posteriores publicaciones entre las que se destacan - sin desmerecer las tantas otras que no citamos - Monica Gonzalez que en su libro "La Conjura" relata documentadamente el desarrollo de la ignominia o el de la fallecida Patricia Verdugo que con la publicación de   " Los zarpasos del  Puma" permitió conocer en detalles los asesinatos cometidos por la Caravana de la Muerte y ulteriormente condenar a sus autores: el general Arellano Stark y sus complices.  

Los posteriores mea culpa de muchos conspicuos civiles que siempre dijeron que no sabían nada, que ignoraban las atrocidades o que se excusaban diciendo “algo habrán hecho” o “es necesario extirpar los males para restablecer la convivencia”, mostraron el servilismo, la condescendencia y la bajeza moral de esos personajes algunos de los cuales ocuparon altas funciones en el periodo democrático tanto en el gobierno como en el parlamento o en la diplomacia.

Es importante recordar, mantener la memoria viva para que las generaciones que no conocieron esas experiencias estén al corriente de ese pasado, que, aunque obscuro, pertenece a nuestra historia.

Paris, 11 septiembre 2024.

(1). Esta crónica fue publicada igualmente por "El Mostrador" hoy, 11 de septiembre, en su página de  "Opinión".